Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

lunes, diciembre 06, 2010

Semana 21, 22 y 23: Un descanso verdadero


La vida es la única enfermedad de la que tenemos absoluta seguridad de que vamos a morir.

Sí, de nuevo Amos Oz. Y de nuevo debo decir que se trata de una gran novela. Mucho más que No digas Noche. Mucho más. De verdad que me tiene sorprendida la sabiduría vital, porque no encuentro otra forma de llamarle, con la que impregna a sus personajes y tramas este hombre. Sea en forma cuestión de dudas, de reflexiones, de certezas. Sin culpa ni prisa alguna me tomé tres semanas para rumiarlo, porque prácticamente cada página está llena de frases y situaciones que te hacen sentir como entre una charla sesuda y a la vez cercana, entrañable, comprensible. Sin importar que el escenario sea el Israel de los años 60.
Hijos de la generación que luchó por la constitución del Estado de Israel, dos hombres jóvenes, Yonatán y Azarías (este más bien es ruso), quieren ni más ni menos que lo que el otro tiene (¿y quién no ha deseado precisamente lo contrario a lo que vive?). El primero, conocer y vivir el ancho mundo, sin atadura alguna; ese que sucede allá afuera (en este caso, del kibbutz en el que vive). El otro, anclarse a como dé lugar a una comunidad, beberse la cotidianidad (en este caso, el kibbutz al que llega a vivir), fundirse en ella. Porque cada uno es miserable con su estado actual. En medio de ellos está Rimona, la esposa de Yonatán; la familia de este, cuyo padre es secretario del kibbutz y toda una comunidad que opina, desopina y se remueve a raíz del peculiar triángulo que terminan por conformar Yonatán-Rimona-Azarías. Pero, ¿quién sabe más que uno mismo lo que verdaderamente le conviene? Lo que le hace falta para saciar la búsqueda individual. ¿Qué es válido? ¿Qué no? ¿Por qué el camino no es el mismo para todos? ¿Por qué lo que para uno funciona para el otro no? Ufff. Cuántos grandes y elementales temas humanos contenidos en una historia tan simple.
Lo digo ya: Un descanso verdadero es uno de los libros que más me ha resonado este año. De los que he leído, pues. Y ya no hay duda, Amos Oz se ha sumado a la lista de mis autores más entrañables. Y es uno de los escasos autores que me han sembrado auténticas ganas de escucharlos hablar en persona.

Película 140: Brigh Star (52 Muestra 22/22)


La trama: La tórrida historia de amor entre el poeta romántico John Keats y Fanny Brawne.

Opino que: Es un bomboncito fílmico, aunque no se trate de ninguna trama ajena a previas películas de época. Aunque uno sepa el desenlace desde el primer momento. Pero una fanática del género siempre agradecerá una que esté bien producida (¡la ropa!) y dirigida. Un romance tan bien contado que se saborea. Y si algo logró Jane Campion es de veras encogerme el corazón cuando Fanny finalmente recibe la noticia de la muerte de John. Qué duro debe ser perder a la persona que amas.

jueves, diciembre 02, 2010

Película 139: Tender Son The Frankestein Project (52 Muestra 21/22)


La trama: una relectura de Frankestein.

Opino que: Es justo lo que no debes hacer a la hora de reinterpretar una obra tan conocida. Y he aquí otro director enamorado de su locación y de su actor principal, al que le instruyó no quitar en ningún momento su tortuosa cara de compungido.

miércoles, diciembre 01, 2010

Película 138: Tetro (52 Muestra 20/22)


La trama: La descompostura del crucero en el que trabaja como mesero le sirve de pretexto a Bennie para visitar a su hermano no visto desde la infancia, Tetro, quien vive en Buenos Aires con su mujer. Un encuentro que desempolva los agrios recuerdos familiares.


Opino que: Se le pasó de tueste la forma de contar el drama a Francis Ford Coppola. Lo suficiente para que uno salga con el espíritu un tanto abigarrado del cine, más que movido. Porque con todo y que el drama familiar existente sí da para desgarrarse las vestiduras con Tetro (debo aclarar que el tema de los secretos familiares me apasiona), uno nunca logra experimentarlo del todo. O no de forma sostenida, pues. Y vaya si lidiar con un padre famoso, engreído y anulador de su estirpe es una gran trama. Quizás es que de pronto hay tanto en las escenas, en los flashbacks, en esas contemplaciones artísticas que sirven de conexión entre un momento y otro, que se le enfría a uno la sopa. Eso sí: la manufactura es im-pe-ca-ble. La ambientación, la iluminación, los encuadres... Pinche artesano grandilocuente que es el tipo.

Película 137: You Will Meet a Tall Dark Stranger (52 Muestra 19/22)



La trama: Las peripecias y bandazos emocionales de Helena y Alfie tras separarse, así como las de su hija Sally y su esposo Roy.

Opino que: Sin duda, las expectativas estorban para ir a ver una película. Y lo digo porque acudí a la sala con el ánimo de reírme, como lo he hecho en abundancia con otros filmes de Woody Allen y su humor tan sardónico y apreciable. Pero no, salvo por algunos momentos (como la escena en la que Sally tiene migraña y su madre irrumpe en su departamento; la charla en la taberna entre Roy y sus amigos; la respuesta final de Helena sobre el préstamo que Sally le ha pedido), no logré engancharme con la historia entera. No sé... me transmitió la misma sensación de panqué falto de polvo para hornear que Scoop. Qué le va a uno a hacer. Lo

lunes, noviembre 29, 2010

Película 136: Un filme socialista (52 Muestra 18/22)


La trama: No la hay estrictamente, pues más bien se trata de una crítica a la situación europea actual a partir de un gran collage de imágenes y sonidos.

Opino que: Perdón, pero la cifrada sofisticación intelectual de Jean-Luc Godard en este filme me causó una hueva infinita. Antepóngame el calificativo que quieran, pero para mí esto es un bodrio irritante (y no en el buen sentido reflexivo). Me evocó la chocantez que me produce el arte-objeto (como la caja de zapatos vacía de Gabriel Orozco) o pinturas como las de Miró. Sí, entendí de qué va, pero francamente creo que hay formas menos áridas y más efectivas de decirlo. Pero claro, eso a él no le interesa. Y sucede que yo estoy peleada cada vez más con esa especie de elitismo artístico. Punto.

Película 135: The Kids Are All Right (52 Muestra 17/22)


La trama: Nic y Jules son una pareja gay con dos hijos adolescentes, que entra en una difícil de pareja y y familiar cuando su hija, Joni, averigua quién es su padre biológico y busca integrarlo a sus vidas.

Opino que: Annette Bening y Julianne Moore están fabulosas como pareja y son lo mejor de la película. Muchos diálogos y momentos son de verdad hilarantes, salpicados con ese humor y ese ritmo tan típico del cine indie estadounidense centrado en crisis familiares (The Squid and the Whale, Thumbsucker...). También hay momentos que se sienten un poco forzados, sobre todo aquellos que más bien tienen que ver con el resto de los personajes de la trama. Por suerte, uno se olvida de ellos tan pronto figura alguna de las protagonistas. Mi momento favorito: el discurso de disculpa de Jules, cuando dice "No sé por qué lastimamos a las personas que amamos. Quizás si leyera más novelas rusas...". No pude evitar partirme de risa.

sábado, noviembre 27, 2010

Película 134: De dioses y de hombres (52 Muestra 16/22)


La trama: es una historia verídica. Siete monjes cuyo monasterio sirve de apoyo moral y social a una comunidad argelina durante 1996, se enfrentan a un grupo de extremistas islámicos que aterroriza a la zona y que termina por secuestrarlos.


Opino que: Ni por asomo se trata de la película aburrida que tenía en mente dado el título y el cartel. Es densona, sí. Lenta y quizás excedida en momentos contemplativos, pero discursivamente es una cosa tremenda. Sobre todo en términos de fe auténtica puesta a prueba. Incluso diría que es una gran lección de humildad, de compasión, de amor, de entrega, de humanidad. Más aún porque los involucrados son monjes, pero al fin y al cabo hombres de carne y hueso que pueden experimentar miedo, angustia, dudas, dolor; pero es precisamente en su fe donde encuentran la fuerza y la respuesta necesaria para enfrentarlos correctamente. A pesar de que las circunstancias amenacen su vida.
Confieso que me tuve que enjugar las lágrimas cuando el hermano Christian, en voz en off, lee la carta que escribe ante su inminente final. Dejen lo conmovedoras: lo serenas, lo congruentes... lo sabias que son sus palabras. Me atrevo a decir que hombres de fe así son los que le hacen tanta faltan a este mundo.

Película 133: Los gatos persas (52 Muestra 15/22)


La trama: Un chico y una chica que tocan rock indie se acercan a una especie de dealer-representante para que les ayude a conseguir las visas, los pasaportes y los músicos que requieren para dar un par de conciertos en Londres, ya que no pueden hacerlo en Irán porque está prohibido. En el camino, conocen a todo tipo de bandas musicales.


Opino que: Puede que no sea un relato redondo-redondo, pero es lo de menos. Es una maravilla de retrato de la escena musical actual iraní (concretamente en Teherán). Con su lado valiente y su lado crudo. Más valioso aún porque en Irán la música se considera impura y se castiga con cárcel. Así que las guitarras, los bajos, las baterías y las vocales ensayan y tocan verdaderamente de forma underground (nada del uso de esta palabra como estúpida etiqueta cool). Cada grupo al que Negar y Ashkan conoce, independientemente de su estilo musical, le sirven de pretexto al director (el mismo de Las tortugas pueden volar) para armar una especie de videoclips con retazos fílmicos del Irán cotidiano. Que en conjunto dan vida a una película con estilo documental que de algún modo canta: Esto también es Irán. A pesar de las restricciones, de la persecusión, de la censura, de la represión... Están los músicos que se arriesgan para tocar sus instrumentos, para cantar, para hacer lo que les gusta. No sé, me parece que comparte ese espíritu de lucha personal e inspiradora que deja Persepolis. Encima, la música, toda ella, suena fabulosa. Y no miento: tardé un buen rato en dejar de tener la piel chinita. No nada más por el final, sino por todo lo que me dejó pensando y sintiendo.

Película 132: White Material (52 Muestra 14/22)



La trama: Maria Vial, junto con su esposo, es dueña de un cafetal situado en algún país de África que enfrenta un conflicto entre militares y rebeldes. Pero ella se niega a dejar lo que es suyo, incluso a pesar de las evidencias de peligro para ella y su familia.

Opino que: No me explico los elogios que aparecen en el cartel. Con todo y que en uno que otro momento quieres abofetear al personaje de Isabelle Huppert (lo más rescatable) para ver si así despierta de su estupidez (que a veces resulta increíble), la película se suma a la interminable lista de filmes artísticos europeos sobre África y los conflictos entre blancos y negros producto de la colonización. Uno más de esos que quesque quieren sacudir consciencias y mover a la reflexión, y sólo te hacen parpadear de sueño. Porque ni cuenta nada nuevo ni lo que cuenta lo hace de forma novedosa (sabes ya en qué va a acabar el asunto tan pronto empieza) o peculiarmente conmovedora o aguerrida. Tibieza elogiada, pues.

miércoles, noviembre 24, 2010

Película 131: Life During Wartime (52 Muestra 13/22)



La trama: Joy, Trish y Helen son tres hermanas con historias de vida todo menos normales, aunque no por ello están menos interesadas en encontrar el amor, el perdón y la forma de acomodarse en este mundo.

Opino que: tiene muchos retazos hilarantes y ácidos, diálogos muy críticos (algunos con harta carga política), escenas que exhiben muy bien la estupidez que a veces derrochamos (aun si no somos estadounidenses), como es la buena costumbre de Todd Solondz, pero también como ya es su costumbre, en conjunto el viñetismo es excesivo y uno termina pensando que quizás a algunos personajes lo que les hizo falta fue cierta holgura. O que a la película le sobran un par de personajes. Pero para soltar una que otra carcajada, luego de tanto drama, no está mal.

Película 130: La mirada invisible (52 Muestra 12/22)


La trama: el trabajo de Marita, supervisora en un estricto colegio, es vigilar hasta el más mínimo movimiento de los alumnos. Lo que la lleva a obsesionarse con uno de ellos y establecer una peculiar cercanía con el director de maestros. El contexto: el fin de la dictadura militar argentina.

Opino que: el director se enamoró perdidamente de su locación (un edificio muy estético, sí) y de su protagonista caminando, subiendo y bajando por ella. Y en ello se le va buena parte de la película, lo que la vuelve de pronto un poco aburridona. Lo que me pareció interesante es lo simbólica/metafórica que puede leerse la trama dado el contexto; una forma muy intimista de dar cuenta de él. Sobre todo aquello de que después de la represión, el despertar es salvaje.

lunes, noviembre 22, 2010

Película 129: La Pivellina (52 Muestra 11/22)



La trama: Una pequeña es abandonada en un parque y recogida por una mujer que vive de los actos circenses callejeros.

Opino que: Es una historia linda, amena y tierna, por aquello de que la bondad también radica entre los que tienen vidas con estrecheces económicas. La cuestión es que la simpatía y el encanto de Asia, la pequeña de dos años abandonada, muchas veces parecen los verdaderos protagonistas. Como si encariñarnos con ella fuera la intención última.

Película 128: Submarino (52 Muestra 10/22)


La trama: Dos hermanos sufren durante su infancia los abusos de una madre alcohólica y viven una experiencia traumática que termina por separarlos, a pesar de que viven en la misma ciudad. Pero

Opino que: Con todo y que se puede adivinar el final con antelación (y que sobra la escena final), es un gran drama. El mayor mérito de Thomas Vinterberg (su director) es penetrar la coraza masculina de sus protagonistas y exponer sin sentimentalismos cómo vive cada uno su respectiva carga emocional. Se llora, se enternece, se comprende, se compadece... se sale con cierta esperanza del cine: no siempre una infancia dura arrasa con la bondad de las personas. Ya lo había dicho, pero lo repito: me gusta la capacidad de los narradores nórdicos de capturar la crudeza humana sin desparramarse. Mucho han de tener que ver en ello sus tremendos inviernos, estoy segura.

Película 127: La leyenda del tío Boonmee (52 Muestra 9/22)


La trama: Cercana la hora de su muerte, Boonmee viaja a una granja que posee para reunirse con su familia, incluidos su hijo y esposa muertos.

Opino que: Para echarle ojo a cinematografías distintas a las habituales o a las que no tenemos acceso con frecuencia, no está mal. Sobre todo porque esta historia tiene bastante trasfondo político, pero planteado de forma muy sutil, más bien metafórica. Aunque de no ser por el título que aparece al inicio de la película (Las vidas pasadas de Boonmee) uno puede tardarse de más en entender que Boonmee es capaz de ver las formas que ha tenido su espíritu antes de la humana. Pero qué fascinante me parece lo común que es para buena parte de los orientales convivir con la cuestión vida-muerte (lo digo por esa cena que tienen Boonmee y su cuñada, con su esposa y su hijo muertos). Eso sí, a mí me palpitó de más el corazón con los espíritus de la selva (y que aparecen en el poster).

Película 126: Somewhere (52 Muestra 8/22)



La trama: Johnny Marco es una estrella hollywoodense que tiene, aparentemente, la vida soñada y resuelta. Hasta que tiene que hacerse cargo de su hija por unos días.

Opino que: No salí decepcionada del cine, más bien confusona. Me gustaron algunas partes y otras me parecieron sin mayor mecha. Pero después de comentarla brevemente con varias personas y la distancia de los días, mis sentimientos hacia ella han cambiado: empiezo a creer que su planez de inicio a fin es completamente deliberada y es, irónicamente, su gran logro. Quizás la mejor herramienta posible para retratar la banalidad de la industria de cine más grande del mundo, que alcanza su clímax en esa escena en la que Johnny deja a su hija en el taxi rumbo al campamento. Como si se tratara de un guión trunco.
Como sea, lo que sí me hizo revivir Sofia Coppola es el tedio angelino que, por viajes de trabajo relacionados con el cine, me ha inundado en más de una ocasión. Esa artificialidad, estupidez, sinsabor y pereza de vivir de una ciudad en la que muchos se esmeran por actuar de tiempo completo. Habré de darle una segunda vista tan pronto salga en dvd.

Película 125: Anticristo (52 Muestra 7/22)



La trama: Un matrimonio que debe enfrentar la pérdida de su hijo. Con eso tienen.

Opino que: Si se cuenta con unas tripas capaces de soportar un relato salvaje, se desquita por lo alto el boleto. Si algo le sale maravillosamente bien a Lars von Trier (además de exprimirle hasta la última gota de talento a sus actores) son los excesos emocionales, que en Anticristo alcanzan verdaderos niveles de horror. Un horror peculiarmente bello, diría yo, aunque ello suene un tanto difícil de conciliar. Pero no encuentro otro modo de llamar a esa espiral de dolor, rabia, desesperación, culpa, impaciencia, frenesí, éxtasis y tantas otras emociones en la que te envuelve hasta el último minuto. Sin verdadera tregua. Pero al mismo tiempo sin extenuarte del todo.
Yo diría además que contados directores son capaces de generarte la sensación de ese golpe sordo y seco que provoca la pérdida de un ser querido. Y este tipo, con una escena sencilla pero harto contundente y apoyado en una Charlotte Gainsburg rompe-madres, te mete justo ahí. Y ya no te suelta. Es cierto que uno podría enredarse de más tratando de aterrizar el significado de tanto simbolismo que le da por poner a Lars von Trier, pero son exquisiteces. Yo lo que le admiro es que se trata de un relato que no te deja salir intacto de la sala de cine.

jueves, noviembre 18, 2010

Película 124: Copia fiel (52 Muestra 6/22)



La trama: Un escritor inglés visita la Toscana para presentar su libro, en el que defiende la idea de que una buena copia es mejor que un original malo. Y ahí conoce a una mujer francesa interesada en debatir dicha teoría, mientras pasean por un pequeño poblado italiano.

Opino que: Es una de esas películas con conversaciones y discusiones tan malditamente bien escritas que, además de provocarte esa risa amargosa producto del auténtico yo-he-estado-ahí, siguen retumbando en la mente (y puede que en el corazón) horas y horas después de escucharlas y verlas. Como si unos sigilosos tentáculos te penetraran y se fueran desdoblando de a poco. Y cómo no, si conforme esta no-pareja-pareja que son Elle (fan-tás-ti-ca Juliette Binoche) y James se va compenetrando, se vive con ellos la amargura, el humor, los reproches, la incomprensión, la arritmia anímica, el resentimiento, la tristeza, la ternura, la atracción, la esperanza, la desconexión, el sinsentido de las discusiones, el amor perdido, el flirteo, la necedad, los vicios, los cambiantes roles... tantos de esos aspectos negativos y contradictorios (quizás naturales y algunos inevitables) que llegan a permear la vida compartida con alguien cuando de por medio hay expectativas irreales o no comunicadas. Cuando por ellas pasa la vida.
Es curioso... Cuando menos te das cuenta, la disertación sobre los originales y la copias del arte ha pasado a un plano completamente distinto y estás sumido en plena batalla. Confuso. Como en un juego de múltiples espejos y personalidades. Pero, a mi parecer, en esa teoría está la clave para entender qué carajos está pasando. Muy hábil, diría yo.

miércoles, noviembre 17, 2010

Película 123: Un hombre que llora (52 Muestra 5/22)


La trama: Adam, un hombre de 55 años, es el encargado de la piscina en un hotel de lujo en Chad, hasta que la venta de este y la efervescencia de una guerra civil ponen en vilo su cotidianidad y su familia.

Opino que: Vale la pena ir a dejarse arrancar unas lágrimas por ella. He aquí una conmovedora película hecha por un africano que no explota lo exótico de su país en aras de congraciarse con el público internacional (tan ávido de clichés) ni para malsostener la historia. Sí, el escenario es la África sumida en el conflicto civil de siempre, pero contenida ahí debidamente: en el papel de contexto (sin que por ello pierda relevancia). Los verdaderos protagonistas son Adam y el rompimiento con su feliz status quo; su reacción ante lo que va contra sus deseos. Sencilla, sin efectismos, pero poderosa. Vamos, no hay que vivir en Chad para darse cuenta de que cualquiera puede sucumbir a su propia cobardía, a esas fuertes sacudidas que suele darnos la vida. Que cualquiera puede ser acorrolado por ese no querer dejar ir lo que nos ha definido durante toda una vida y reaccionar de la forma más egoísta. Porque de pronto, cuando Adam es relegado de su puesto de trabajo por su propio hijo de 20 años y debe quedarse con el de portero del estacionamiento, el mundo se le viene encima. No nada más porque él no se siente ningún viejo y "su vida es la piscina", sino también porque está siendo presionado para apoyar al ejército ante el recrudecimiento de la guerra civil... Con dinero o en especie.
Y sí, las tomas largas y contemplativas, silenciosas, ahí están. Como también los diálogos más bien concisos. Pero vaya si están usados para transmitirte emociones y estrujarte el corazoncito. Lloré con esa toma de Adam sentado en su nuevo puesto de trabajo; sentí la verdadera oscuridad (¿desolación?) con las dos distintas secuencias en las que maneja su moto rumbo a casa. Y la escena final me pareció bellísima: Adam, ante la inmensidad de la naturaleza, ante las consecuencias irremediables de sus reacciones ante lo indeseable. Foc.

martes, noviembre 16, 2010

Película 122: Hahaha (52 Muestra 4/22)


La trama: Dos amigos se reúnen para comer y platicarse sus respectivas anécdotas vividas durante un verano en un pequeño poblado coreano. Casualmente, ambos estuvieron en los mismos lugares y con las mismas personas, pero sin darse cuenta y sin cruzarse.

Opino que: Sin ser una maravilla imperdible, tiene sus detalles interesantes. Como la forma en la que está contada: el encuentro presente entre los dos amigos es a través de fotos fijas en blanco y negro, mientras que las respectivas anécdotas del verano son secuencias en color. Y no por ello carece de agilidad. También llamaron mi atención las curiosas relaciones entre los personajes; las duras palabras que se dicen unos a otros sin que ello provoque dramatismos exacerbados. Se gritan, pero luego todo regresa a una especie de calma extraña. Y esa escena en la que una de las chicas carga de caballito a su novio después de descubrir que la engaña... Qué cosa rara. Sin duda me hizo preguntarme si, en sus formas, así será la cultura coreana. Amén de antojarme un festín como los que tienen enfrente los personajes casi todo el tiempo (me encanta que para los orientales comer sea todo un ritual).
Pero quizás lo que más me atrapó fue la indecisión y la aparente incapacidad de los personajes (a excepción de la mamá de uno de ellos) por tomar decisiones en favor propio. Su poca dignidad consigo mismos. Como si fueran niños atolondrados atrapados en un cuerpo adulto.

Película 121: Verano de Goliat (52 Muestra 3/22)



La trama: Retrato de vida de los habitantes de un pequeño poblado mexicano, a partir de una mujer (Teresa) cuyo esposo la ha dejado por otra mujer.

Opino que: a los jurados de los festivales a veces se les afectan las neuronas ante la obligación de soplarse decenas de amasijos como este. Habrá ganado el premio Horizontes del Festival Internacional de Venecia bajo el argumento de ser una fascinante mezcla de documental y ficción, pero para esta espectadora no tiene pies ni cabeza. Aunque por ahí estén, como regadas a su suerte y sin germinar, las semillas del sufrimiento ante el abandono y el anhelo de otra vida. Pero ya lo dijo el director cuando ganó el premio: "No me interesa tanto contar una historia, me interesan cosas como la cotidianidad, porque ahí podemos encontrar algo sobre la condición humana". Así que lección aprendida: las no-historias de Nicolás Pereda no son para mí.
Y más allá de si es una obra de arte o no, lo que sí me causa tristeza es esta necesidad extrarrealista de los directores mexicanos de que las groserías y las palabras mal dichas en los diálogos, ya no digamos la jodidez como escenario, funcionen como señuelos exóticos de nuestro país. Que esas sean las bases para delinear personajes, pues. 

Película 120: El extraño caso de Angélica (52 Muestra 2/22)


La trama: Un fotógrafo amateur judío se obsesiona con una joven muerta a la que fotografió por encargo de su familiay que 'cobra vida' a través de su lente, que desequilibra su existencia (que sea judío tiene relevancia porque la familia de la chica muerta es ultracatólica).

Opino que: Es un sopor de película escudada en las licencias que da apelar al onirismo. Leí que para algunos críticos se trataba de un sutil poema, lo que a mí me parece una forma muy rimbombante (y muy amable) de calificar a una historia totalmente inconexa. Que quede claro: no despotrico del ritmo parsimonioso ni de los largos planos contemplativos que la componen. De un director que se formó en la época del cine mudo y que tiene 101 años de edad no se puede esperar un ritmo alucinante. Yo despotrico de la historia, que de tan etérea no toca fibra alguna. Ni relacionada con la imposibilidad de un amor o la muerte como única certeza humana. Carece de lo que para mí es toral en una trama: los ganchos (emocionales o intelectuales) para no salir intacto de ella.

Película 119: Los olvidados (52 Muestra 1/22)


Me propuse ver la 52 Muestra internacional de cine completa y espero lograrlo, por lo que las próximas 22 películas aquí posteadas pertenecerán a ella (aunque seguramente puede colarse alguna que otra de la cartelera comercial o de mi altero).
Al grano: me pareció una reverenda estupidez que González Iñárritu comparara Los olvidados, de Luis Buñuel, con su Biutiful, como si esta última fuera la versión actualizada de la primera. Pero bueno, cada quien sus egos y sus barbaridades. Semanas después, con alegría descubrí que la Muestra abriría justamente con Los olvidados. Verla en pantalla grande me pareció una maravilla, porque ya se sabe que el efecto de la butaca es muy distinto al del sillón de casa. Y sí que es extraño e impresionante ver una película estrenada hace 60 años que mantiene semejante vigencia en la temática. Porque se hablará y se vestirá de otro modo, habrá crecido la ciudad, se habrá envilecido el carácter urbano y se habrá perdido cierta inocencia, pero México (y el mundo, diría yo) no ha dejado de tener esa misma jodidez tan bien retratada por Buñuel. Lo que se ha vuelto más común es exhibirla, y quizás ello nos ha hecho un tanto más cínicos, pero eso es otro asunto.
La otra grata sorpresa fue ver un final alternativo, que el productor le pidió a Buñuel en previsión de la censura que recibiría la cinta en la época de su estreno. Un final que nunca fue proyectado. Un final más políticamente correcto, que rompe con la crudeza y fatalidad del resto de la historia, pues en él al menos algo sale bien: Pedro regresa el billete de 50 pesos que le dio el director de la granja para ir a comprar un mandado después de matar al Jaibo. Pero la vida no suele ser así. No cuando hay tanto cochambre emocional de por medio.

Película 118: Reservoir Dogs


No recuerdo bien en qué circunstancia y momento de mi vida habré visto Reservoir Dogs que no la guardo en mi memoria como un acontecimiento. Como esa película que me reveló a Tarantino como un director a alabar. Eso, para mí, lo consiguió más bien Pulp Fiction. De ahí que verla recientemente en realidad se sintió como haberla visto por primera vez. Si acaso recordaba un par de escenas; y más bien de forma aislada. Será que estaba agripada y me quedé dormida en un par de ocasiones y tuve que regresarla adonde me había quedado. O será el sereno y nomás no me pareció tan genial ni mítica como siento que está guardada en el pensamiento colectivo. Claro, la escena inicial (y sus respectivos diálogos) sí que es fascinante, tanto como cuando Mr. Blonde/Vic Vega baila "Stuck in the Middle With You" antes de cercenarle la oreja al policía atrapado en la bodega. Los sobrenombres o el final... donde todo sale según lo no planeado y uno suelta esa carcajada seca de sorpresa ante el absurdo. Pero, no sé, como se me perdió el impacto. Quizás es que aquí Tarantino es más contenido y yo ya me quedé en la mente con algo más ¿artificioso? Sepa.

Película 117: The Royal Tenenbaums


Cuando vi Fantastic Mr. Fox expliqué a grandes rasgos por qué me encantan las películas de Wes Anderson, particularmente en el aspecto visual. Así que no daré más vueltas sobre lo mismo aquí. Tampoco voy a decir que de su filmografía, The Royal Tenenbaums es mi favorita, pero sí que adoro a los integrantes de esta peculiar familia y que, como Eli Cash, he fantaseado con ser parte de ella. Aunque, en cierto sentido, uno es justo como ellos. También diré que quizás es en esta película donde más obvio resulta uno de los temas recurrentes del texano: la necesidad de amor y de comprensión que tienen las personalidades talentosas o geniales. Su trunquez emocional a pesar de su inteligencia racional. Su fragilidad a pesar de su rampante cinismo. Su simple y llana humanidad a pesar de ellos mismos y la máscara tan pulida que se han construido para enfrentar al mundo. O al menos eso es lo que yo veo en ellas y me gusta.

Película 116: Kill Bill Vol. 2


¿Por qué limitar una historia rebosada en detalles a dos horas cuando puedes hacerla en cuatro, pero divida en dos partes? Pues no, no hay por qué. Aunque tengo la ligera sospecha de que me gusta más la primera. Pero Beatrix Kiddo y Elle Driver merecían un ajuste de cuenta sin prisas (qué diversión cuando le saca el otro ojo) y había que explicar por qué The Bride era tan letal como para llevar el sobrenombre de Black Mamba.

Película 115: Scott Pilgrim vs. The World


No tenía ni céntimo de idea de qué se trataba la película ni el cómic. Tampoco se me ocurrió preguntar. Así que fui a verla totalmente a ciegas. Y no sólo salí con ganas de disfrazarme de Ramona Flowers (más por el rollo de las pelucas de colores que por su personalidad) en el próximo Halloween, sino también pensando que se trata de una deliciosa golosina en todos los sentidos. De algún modo me sentí como si me hubiera subido a uno de esos juegos mecánicos que te provocan querer volverte a subir tan pronto has llegado al final del camino. Y sí, por supuesto que recordé mis épocas de pelmazo amoroso, a la Knives Chau a la ene potencia, pero más que pensar en la yo que fui, me reí mucho. De todos, de mí, de nuestra tetez, de mi tetez. La pasada y la actual.

Película 114: The Town


Confieso que mi primer impulso por ver esta película se debió a que en ella aparece Jon Hamm (a.k.a. Don Drapper). Ya luego me enteré de la trama y de que la había dirigido con buena mano Ben Affleck (Gone Baby Gone no me pareció la maravilla que se dijo, pero sí un buen intento por hacer un cine no tan mercenariamente comercial). Puede que The Town sea un poco predecible (¿qué historia de ladrones no lo es en cierto modo?), pero me cumplió en suspenso. Y opino que Jeremy Renner (el tipo loco de The Hurt Locker) se roba cada escena. Y ya.

Película 113: Kill Bill Vol. 1


A partir de aquí rompo con el estricto orden de los días que llevaba, pero seguiré acumulando películas vistas hasta fin de año, como me lo había propuesto. Y es el turno de Kill Bill. Vol. 1. Si algo me gusta de Tarantino es su obsesión desmedida por los detalles y las referencias con las que nutre sus tramas y personajes. Sin importar si se trata de historias redondas o no, con diálogos mayor o menormente geniales, uno puede empacharse gustosamente con toda la parafernalia visual y cultural que el tipo ha metido a la licuadora con su toque personal. Por eso me fascina esta película, que no había visto desde su estreno en cine por la simple y sencilla razón de que no habíamos comprado el DVD. Así que, siete años después, la veo por segunda ocasión. Y esta vez disfruté mucho, mucho más la caracterización de cada personaje, en vez de distraerme tanto con la acción.

viernes, noviembre 05, 2010

Día 112: Let the Right One In


Imposible no desbordarme de ternura con esta historia tan bellamente contada. Y, por supuesto, imposible no echar una que otra sentida lagrimita. De verdad que admiro esa precisión cirujana que tienen los nórdicos a la hora de narrar la sordidez que puede alcanzar el amasijo de emociones humanas de forma contenida. Nada de obviedades sentimentaloides que rebajen el golpe a las tripas. Pero tampoco nada de dramatismo exacerbados que las desparrame sin remedio.
Me desarmó el momento en el que Oskar abraza con tanto cariño y espontaneidad, sin prejucios (o a pesar de lo que sea) a Eli en varios momentos. Ojalá todos, a pesar de nuestras propias circunstancias desafiantes, fuéramos capaces de abrazar así a otro. A otros. Pipipi.

Semana 20: No digas Noche


–Es increíble cómo esta clase de banalidades, especialmente el término perdonar, si se menciona en el momento adecuado y mostrando afecto hacia ambas partes, consigue hacer derramar lágrimas y llegar a una tregua. Algo tan insignificante tiene el poder de calmar al perjudicado, posiblemente porque lo que le angustiaba era insignificante.

Lo mío con Amos Oz empieza a tener tintes de romance serio, les advierto. Así que agárrense, porque no creo parar hasta acabar con todo lo que se me cruce por el camino escrito por él. Y hay mucho. Pero a lo que nos atañe...
Hay libros que te alientan a devorarlos frenéticamente. Hay otros que piden a gritos dejarlos sin culpa alguna. Otros que como-que-no-pero-sí-te-enganchan. Pero también existen aquellos (los menos, creo) que te inducen a leerlos pausadamente, sin prisa de nada. Que te piden deleitarte moderadamente con cada capítulo, por corto que este sea. A masticar, no a deglutir, todo lo que hay contenido en ellos. Como No digas Noche, donde en lugar de importar el desenlace, el hilo negro de la historia o los hechos trepidantes, importa lo que sucede a cada momento. Importan los pensamientos, las percepciones, las acciones de una y otra parte. Lo que se dice. Lo que no. Aquí se trata de un matrimonio sin hijos que, capítulo a capítulo se cede el turno para narrarnos su respectiva visión de las cosas. Para que uno se dé de frentazos con las suposiciones erróneas, los vicios, los arranques, los caprichos, los encontronazos, el arduo estira-y-afloje que implica una relación. El saber llevar lo que alguna vez fue. Lo que se es ahora. Las ilusiones contra las realidades. Ufff... Todo ese entretejido nada sencillo de manejar que conlleva vivir con alguien. Envuelto en esas fascinantes frases, opino yo, que construye este tipo israelí. A veces confeccionadas con tanta aparente simpleza que disimulan muy bien uno que otro gancho al hígado.
No será un libro precisamente alegre, pero vaya si tiene una personalidad no muy olvidable que digamos.

miércoles, noviembre 03, 2010

Día 111: Toy Story 3

Pero de esa ya había hablado por acá. Pero como salió en DVD, la volví a ver.

Día 106-110

Nada.

miércoles, octubre 27, 2010

Día 105: How To Train Your Dragon


He aquí una película de la que no esperaba nada y que terminó por hacerme pasar un muy buen rato. Lo suficiente para desear cual niña que nadie maltratara a Toothless y volar en un dragón, igualito que Hiccup. Juzguen ustedes si eso no es dejarse llevar.

Semana 19: Twelve


–Naces en la capital del mundo y ya no puedes escapar, y eso es así porque así es como todo el mundo quiere que sea. Lo que importa es lo que la gente quiere. Aquí nadie necesita nada. Es como cuando te despiertas por la mañana y la nieve ya ha empezado a caer y hay luz entre los edificios donde caen los rayos del sol pero ya está oscuro donde hay sombra, y lo que importa es lo que uno quiere. ¿Qué quieres tú? Porque si no quieres nada, no tienes nada. Vas a la deriva, te arrastra la corriente, y luego te cubren la nieve y las sombras. Y en primavera, cuando la nieve se derrite, nadie recordará dónde quedaste congelado y enterrado, y ya no estarás en ninguna parte. 

Parece que estoy en una racha de leer puros libros que ya tienen su respectiva película. Aunque de que existe adaptación de Twelve me he enterado apenas buscando la portada del libro, y tampoco es que me interese mucho verla que digamos. El libro es suficiente para echar un vistazo a ese mundo adolescente que a mí tanta curiosidad siempre me causa. Y aunque en este caso uno intuye en qué acabará el asunto desde la primera página, no importa. El atractivo radica más en sus personajes (hay uno que se llama Mark Rothko, jo), cuya historia se va entrelazando tan ágilmente que cuando menos te das cuenta has llegado al momento culminante: el último día del año (la trama se desarrolla en sólo cinco días).
Además, creo yo, está el factor adolescentes-neoyorquinos-con-harto-dinero, lo que le da un morbito extra. Por aquella fantasía de que la burguesía de por allá suele llevar vidas más interesantes que las de cualquier otra. Y la verdad es que no. Son tan personas como cualquiera. Tan adolescentes anodinos y atribulados como cualquiera. Todos con las mismas posibilidades de echar a perder el cuadro entero en cuestión de segundos. Y de qué manera.

*En este caso muy particular, que la traducción sea en español ibérico resulta algo molesto. En una de esas sea mejor leerlo en inglés.

jueves, octubre 21, 2010

Semana 18: Expiación


En cierto momento me fue imposible no detestar genuinamente a la engreída y veleidosa escuincla que es Briony Tallis, pero ya luego me fui enredando en sus matices y creo que llegué a comprenderla sin reticencias y a compadecerla. Su personaje me hizo reflexionar sobre cuántas villanas circunstanciales como ella no andan caminando por la vida. Causando daños absurdos, muchas veces irreparables, no por maldad, sino por una mezcla de prejuicio, egoísmo, ignorancia, inmadurez y miras muy estrechas de estar haciendo el bien. Qué duro darse cuenta de que has sido así y de que no hay nada que pueda cambiar tus acciones, que te granjee el verdadero perdón de aquellos a los que has afectado... Ni el tuyo. Pffff.
Había visto la película antes de leer el libro, y una parte de mí esperaba encontrarse con que se trataba de una adaptación más hecha con las patas que sólida, pero creo que no es el caso. Lo que es cierto es que el libro (por obvias razones) es mucho más rico en procesos mentales y emociones, en detalles que permiten relacionarte mejor, por así decirlo, con cada personaje: con su emoción, su alegría truncada, con la amargura que un sueño no realizado provoca, con la culpa y la ira, la necesidad de remediarlo todo... De reescribir la historia.
Lo que fue una grata sorpresa fue leer una última parte muy distinta a la llevada al cine. Concretamente en materia de circunstancias, más que por lo revelado. A mi parecer, el escenario en el que la Briony de setentas y tantos años desvela el verdadero nudo de la trama es mucho, mucho más poderoso como lo escribió Ian McEwan. Me hizo llorar, querer abrazar a todos sus personajes, y es hora en la que no termino de digerir muchas de sus frases. Por crudas, por reales, por su rendición ante lo inevitable, por el cansancio que denotan ante la búsqueda vital de su protagonista: la expiación.
Hay un momento en particular que es como un clavado a una fosa de agua congelada; ese momento en el que Briony confronta precisamente aquello a lo que le ha venido dando la vuelta durante decenas de años. Una confrontación tan inesperada y tan llana que termina por desarmarla. Y no es que su vejez no lo haya hecho ya. Si ya la historia y su protagonista me habían parecido fascinantemente armadas, las últimas páginas de verdad que me impactaron. Ya dejen que son del tipo que uno quisiera crear. Lo que reflejan es tan humano que resulta difícil negar que Briony Tallis no existe, aunque sea bajo otro nombre.

Días 98-104

Diversas labores han menguado mis tiempos dedicados a darle play a una película. Junto con el hecho de que he estado más absorta en mis sesiones-libro-en-mano. Pero ya sabíamos que entre el papel y el celuloide, yo me quedo con el primero, ¿no? De cualquier modo, espero revivir en breve el contador.

jueves, octubre 14, 2010

Semana 17: Los imperfeccionistas


Esta, más que una novela, es un puñado de retratos escritos de periodistas, cuyas historias están hiladas porque todos trabajan para el mismo diario, en Roma. Retratos muy certeros, según mi propia experiencia en el ala editorial de un periódico. Reí muchísimo, para qué negarlo. Pero también me identifiqué con alguno que otro rasgo histérico propio del gremio y me dolió. Eso sí, sentí mucho alivio de no ser más parte de una redacción. Porque sí creo que hay trabajos que pueden envilecer mucho. Y, para mí, uno de ellos es el de periodista a tiempo completo. Pero vamos, Los imperfeccionistas es uno de esos libros idóneos para satisfacer la necesidad de relatos que se leen de una sentada. Y no hay ser periodista para devorarlo.

*Lo que sí hay que decir es que la traducción está muy, muy mal cuidada. Hay erratas por doquier. Tache para Ediciones Plata.

Semana 16: Una pantera en el sótano



Llevo varios días dándole vueltas y sigo sin saber qué escribir sobre Una pantera en el sótano, fuera de que me pareció un libro hermoso (lo cual, ya sé, realmente no dice mucho). Pero es que es uno de esos libros que dice tanto con tan poco, tan bien escrito, que desmenuzarlo no le hace verdadero mérito. Hasta siento que le quita encanto. Pero valga decir que se trata de un libro que me ha llevado deliciosamente a la mente de un niño de 12 años, que se deja maravillar por los libros y las palabras (ese capítulo dedicado a explicar cómo están acomodados los libros de su padre es una joya). Que se enfrenta con toda inocencia y auténtica curiosidad al mundo y sus contradicciones. Un libro que, aunque escrito para leerse a partir de los 12 años, logra que uno como adulto se pregunte con verdadera sinceridad ¿en qué consiste la traición?, ¿por qué hemos de odiar al enemigo?, ¿en qué momento los adultos nos volvemos tan duros, tan complicados, tan llenos de prejuicios... tantas cosas?
Además, es un libro que ha dado lugar a una de las charlas matutinas más memorables que he tenido con el mareado. Más como por una casualidad que por buscarlo. Un libro de pasajes enteros bellísimos, más que de frases artificiosas. No sé... Es una delicia toparse con un autor como Amos Oz y saber que prácticamente te espera su bibliografía completa. Sentirme como una lectora más bien adolescente, y que lejos de abrumarme todo lo que me falta por leer o no he leído, me emociona. Mucho.


Aquí les dejo uno de los tantos pasajes que anoté:


Las tentaciones son una criaturas parecidas a una serie de estornudos, que también comienzan con nada, una débil sensación punzante que estimula el fondo de la nariz y que luego aumenta y te arrastra tanto que no puedes parar. Generalmente, las tentaciones comienzan con una pequeña patrulla de reconocimiento, una cuadrilla de análisis del terreno, diminutas ondas de confusa e indefinida emoción, antes de que te des cuenta de qué es en realidad lo que quiere de ti esa emoción, comienza a surgir un gradual ardor interior, como al encender una estufa eléctrica, cuando la resistencia todavía está gris y empieza a hacer toda clase de ruiditos; luego adquiere una tonalidad rosada, después se pone roja y empieza prender hasta abrasar como la furia, y tú te llenas de una especie de indolencia libertina; qué pasa, qué importa, por qué no, qué puede pasar, como si desde dentro te saliera un sonido muy vago pero brutal, irrefrenable, persuasivo e insistente: Vamos.


martes, octubre 12, 2010

Día 97: Mary and Max



De una película con una técnica de animación como la de esta uno podría esperar una historia más bien dulce-dulce. Pero esta se tira (¡gracias!) hacia el dramón-ácido-de-lágrima-sonrisa-así-es-la-vida, y te deja con el corazón satisfechamente estrujado y con ganas de ir por el mundo armado con una lata de leche condensada, un hot-dog de chocolate y una amistad por correspondencia tan sincera y arrebatadora como la de Mary (una niña australiana muy poco comprendida) y Max (un judío con síndrome de Asperger). Ufff. Guardada ha quedado en mí por varias razones (que no tienen que ver con Mary, físicamente, es como mi versión en plastilina), entre ellas:
1. La explicación que le da Max a Mary sobre su manchita en la frente.
2. El hecho de contar una historia a través de las cartas que se escriben.
3. Su amor mutuo al chocolate.
4. Los regalos que intercambian.
5. La entrega real en cada una de sus cartas.
6. Lo que hace uno por el otro, aunque sea a través del papel, en tantos y distintos niveles.
7. La escena final, cuando Mary descubre que... (esto no puedo echárselos a perder. Tienen que verla).

jueves, octubre 07, 2010

Día 96: Across the Universe


:D
Así me dejó. Y para qué rascarle más. Salvo quizás para decir que ese Jim Sturgess me cae un pelín mejor. 

miércoles, octubre 06, 2010

Semana 15: Kafka on the Shore


–Sometimes fate is like a small sandstorm that keeps changing directions. You change direction but the sandstorm chases you. You turn again, but the storm adjusts. Over and over you play this out, like some ominous dance with death just before dawn. Why? Because this storm isn't something that blew in from far away, something that has nothing to do with you. This storm is you. Something inside of you. So all you can do is give in to it, step right inside the storm, closing your eyes and plugging up your ears so the sand doesn't get in, and walk through it, step by step. There's no sun, no moon, no direction, no sense of time. Just fine white sand swirling up into de sky line pulverized bones. That's the kind of sandstorm you need to imagine.


Y sí. Regresé una vez más a Murakami. A ese mundo expandido (aquí más que nunca) en el que se dan con tanta naturalidad conversaciones con gatos, apariciones espectrales, encuentros con 'conceptos' (pues no son humanos ni animales) disfrazados de Johnny Walker o el Coronel Sanders, exploraciones a los laberintos profundos de la consciencia (ajenos al tiempo y el espacio) y relaciones con otros seres más allá de lo físico. Por algo Oshima, uno de los personajes de la novela, repite con tanta insistencia que la vida es una metáfora. Como para que caigamos en cuenta de que también el libro que se tiene en las manos lo es y no andemos cuestionando de más.
Para mí es una delicia haberlo podido leer sin, justamente, cuestionar si todo eso era posible. Sin buscar los cables y las conexiones que le dieran algo de sentido. Fue fascinante transitar por sus páginas sin más, aceptando naturalmente el curso de los sucesos y punto. Creo que esa es la mayor magia que puede hacer por uno este libro. Una magia que, según yo, aunque murakamizada, mucho tiene que ver con la que impregna esta vida que vivimos. Porque en el mundo por el que caminamos también suceden cosas inexplicables, quizás más sutiles, pero al fin y al cabo hechos por encima de nuestra consciencia aletargada. Regidos por una sabiduría que luego nos negamos a comprender: aquella de que todo tiene un tiempo y un momento. Completamente ajenos a nuestras prisas o deseos. Y hay que enfrentarlo.
De algún modo, Kakfa on the Shore ha sido como dejarme contar sin interrupciones un último cuentito para dormir la noche antes de amanecer en un nuevo mundo. Justo como le sucede a Kafka Tamura, uno de los protagonistas. Lo digo porque esta es la última de las novelas de Murakami que me quedaba por leer (de las que ha publicado, pues). Y al llegar a su punto final sentí que una especie de puerta lectoril se cerraba. Quizás no para siempre, pero sí durante un largo, largo tiempo Como si hubiese llegado la hora de despedir un yo del que ya he tenido suficiente. Del que es necesario desprenderme. Así pues, con la triste alegría que sólo te provoca el dejar las cosas en el momento preciso en el que debes de hacerlo, me despido del Sr. Murakami.

martes, octubre 05, 2010

Día 95: My sister's keeper


No soy madre, pero asumo que quien lo sea es capaz de ir hasta el otro extremo del universo con tal de proteger a su cachorro, con tal de buscar su bienestar. Es un instinto que me maravilla. Aunque el asunto de las madres aferradas a la vida de sus hijos, aunque sea un soplo entre camas de hospitales e inyecciones por padecer una enfermedad tan despiadada como la leucemia, me deja fría.
Confieso que hubo momentos en los que quería zarandear a la mamá que interpreta Cameron Diaz de lo lejos que, según yo, estaba llevando sus ganas de mantener viva a su hija mayor, incluso a costa de su hija más pequeña. Pero también pensé que no puedo ni imaginar lo doloroso y acojonante que puede ser ver cómo una enfermedad así se traga la vitalidad y la infancia de un pequeño, sin realmente poder hacer mucho. Que quizás en momentos así de terribles puede más la necesidad de decirse a uno mismo que se hizo todo, todo lo posible. Y que, sumidos en la desesperación, discernir entre el actuar a nombre de uno mismo y los deseos propios, el miedo a perder a un hijo y la misión de acabar con su sufrimiento, de encontrar su bienestar, la cosa se vuelve demasiado confusa. No sé. Qué prueba más extenuante para un padre. Qué tema espinosísimo, en realidad.

Día 94: The Losers


Por supuesto, yo no elegí ver esta película. Concesiones matrimoniales que hace uno. Peeeero, cayéndome tan bien el tipo del poster (culpen a Grey's Anatomy por ello), tampoco me costó mucho trabajo.

Día 93: Shutter Island


Lo malo de las películas como esta es que uno se pone sospechoso de la trama a la menor provocación y la película se va en tratar de dilucidar cuál de todas las probabilidades de resolución será la buena. Como sea, el tema de reconocer la locura propia es algo que me apasiona. Mal, más o menos o bien retratado, me deja pensando en los truculentos juegos que nos endilga la mente y de los que no es precisamente sencillo salirse.

Día 92: The Lovely Bones


Opino que Peter Jackson se estrelló estrepitosamente con esta película. Punto.

martes, septiembre 28, 2010

Día 91: Comer Rezar Amar


Hace no mucho, cuando alguien sacó a cuento Comer. Rezar. Amar le dije que no era mi tipo de libro, pero que sabía de qué me hablaba. Se lo dije a sabiendas de que el correspondiente ejemplar estaba en mi pila de muy, muy próximos a leer, no en la de algún día. Aquella vez habló, claro, la petulante de mí (que espero lo haga cada vez menos) que a veces se ha tomado demasiado en serio el prejuicio lectoril. Doy por hecho que aquella persona se reiría si supiera que prácticamente fue el siguiente libro que me zampé y que fui a ver su adaptación al cine a menos de una semana de su estreno. En ambos casos por gusto, voluntad y curiosidad propias.
Lo que no puedo decir que la película es buena porque creo que no lo es. Sobre todo por dos razones:
Una. La búsqueda espiritual de Liz Gilbert se siente demasiado gratuita. Más por pura casualidad y por haberse dejado llevar que motivada por una auténtica desesperación de no saber qué hacer con su planeada-vida-supuestamente-feliz-como-de-cuento. Cosa que, pues no, no se siente así en el libro.
La otra (y que a mi parecer es el peor fallo). En lugar de compartir destellos de frustración, desesperación e infelicidad con la protagonista y cómo poco a poco se trasmutan en alegría, gozo y serenidad personal (al grado de identificarte en mayor o menor grado con ella, como sucede en el libro), en el cine uno termina más con la sensación de haber visto pasar la historia de una neoyorquina descarriadona más (muy bien ambientada, sí, sí)... y punto.
Ahora, decir que el libro es mejor que la película no sería preciso. Ya dejen lo insufrible y facilón del argumento. Curiosamente, la película no termina de cuajar en la misma forma en que no lo hace el libro. Lamentablemente, la narración irregular es mucho más notoria en cuadros por segundo que en líneas por página, donde el agradable tono de quien se ríe de sí mismo distrae lo suficiente. Pero ahí donde el libro cae en situaciones que resultan un muchín ingenuas y hasta ignorantes (o muy gringas, digamos), en la película rayan en lo absurdas y hasta ridiculonas. Eso sí, el carácter too-good-to-be-true es el mismo. Pero eso yo se lo achaco a nuestra necedad de poner siempre en duda que, si cooperamos con él, el universo puede conducirse más amablemente con uno. A desconfiar de aquellos a los que les va bien porque no somos nosotros. Al final, quizás sea más justo decir que en el libro, la historia de Liz Gilbert resulta más sólida que en el guión. Aunque según yo pudo haber sido totalmente al revés. Pero, cada quien.
Todo esto lo digo cuando, evidentemente, ya le di demasiadas vueltas en la cabeza. Porque confieso que ayer por la mañana que la fui a ver dejé mis prejuicios, comparaciones y expectativas fuera de la sala y salí alegre. Ni siquiera me molestó que Julia Roberts es... siempre Julia Roberts, no una actriz que intenta ser una protagonista llamada Elizabeth Gilbert (las tomas de ella meditando en Bali sí que se las pudieron haber ahorrado). Pero me parece que visualmente cumple su cometido de caramelizar el ánimo. La luz es como un abrazo cálido casi todo el tiempo. La comida se ve más que antojable. Y la verdad sea dicha, algunos líneas tienen más fuerza en pantalla que en el libro (aunque sean aisladas).
Con todo, yo diría que es ideal para una sesión de autoindulgencia. Para tomarse como ese shot de azúcar refinada que luego uno necesita darse sin mayores consideraciones. Para recordar de una forma simple que en la vida hay que aprender a disfrutar, a disfrutarse. Que no tenemos por qué quedarnos en situaciones que no nos hacen felices. Y, por supuesto, para dar pie a una buena charla entre amigas. Tan, tan.

Días 67-90: Los Soprano



Pues sí, todos estos días fueron consumidos en devorar las seis temporadas de Los Soprano. No voy a salir con que me parece la mejor-mejor serie de la historia, pero sí retiro lo dicho apenas unos capítulos después de empezarla (acá). Admito que se pone mucho, mucho mejor después de la primera temporada. No deja de haber diálogos tremendos. Situaciones para sacar de quicio a cualquiera. Personajes que te noquean con aquellas cosas que ves de ti, que detestas, que ves en otros cercanos a ti. Pffff. 
Transité siempre con antojo de comida italiana y terminé queriendo ahorcar a más de un personaje, por su ambivalencia. Ah, pero ¿no somos así todos?: ¿niños malcriados jugando a ser adultos en un mundo todo menos lógico (al menos según lo que hemos aprendido)? La mafia será el contexto, pero lo que pasa ahí, creo, es un muy buen retrato de lo que pasa en muchas otras familias. Las nuestras incluidas. Ya. Sólo eso diré. Bueno, y que siento cierto alivio de ya no sentir ansiedad por ver y ver más capítulos de este clan. ¿El final? Como sucede con toda buena serie, nunca satisface. Como la vida y sus caprichos. 

Semana 12, 13 y 14: A Heartbreaking Work of Staggering Genius


Tenía rato de no enfrentarme a un libro que me provocara semejante letargo a la hora de leerlo. Cierto tedio. Pesar, incluso. Lo suficiente como para transcurrir tres semanas entre sus páginas. Y no porque no me interesara o me pareciera malo... Es simplemente que algo en la historia, en la forma en la que está contada, me hizo sentir como si estuviera atrapada en un pantano y entre más quería avanzar, más se me engarrotaban y pesaban las piernas. Más me hundía. Supongo que algo (o mucho) tendrá que ver que empezar a leerlo coincidió con la muerte de la mamá de una amiga, que eso me permeó de muchos pensamientos y sentimientos, y que es justo a la pérdida de sus padres a lo que se enfrenta el protagonista. Además de tener que hacerse cargo de su hermano de 8 años.
Supongo que transitar por él con tanta lentitud no es más que haber contemplado, en cierto modo, lo desafiante que es asumirte respirando en el mundo sin tus padres. De cómo ellos son una especie de seguridad continua a lo largo de la vida, que conforme creces y ellos envejecen se va desmoronando, pero que nunca se termina de sentir sino hasta el día que físicamente desaparecen. Como si una especie de brújula se apagara.
Otro poco habrá contribuido que, para mí, el libro se empeña en desconcertar, en moverse continuamente, en cambiar cómo narra las cosas para que no te acostumbres, para sorprenderte tan pronto sientes que te has acompasado a su ritmo. Lo que contribuye efectivamente a que los sentimientos que uno vomita sean todo menos estables. Curioso: no se trata de un libro que me haya dejado una impresión unánime. Me ha dejado extrañada, con una peculiar mezcla entre agrado y repulsión. Supongo que ahí está precisamente su valía. O quizás es un libro malísimo y yo estoy perdida. Como sea, he decidido leer otro título de Dave Eggers.

miércoles, septiembre 01, 2010

Semana 11: Amrita


La belleza es tomar algo en las manos y dejar que se vaya después. Uno no se puede aferrar al mar y a la sonrisa de los amigos que se van lejos.

He aquí otra perlita que demuestra que los escritores orientales poseen una sensibilidad particular para hablar de temas espirituales sin tanta complicación ni drama como los occidentales, más bien con un tono harto poético. Uno explora la muerte, la tristeza, la melancolía y la espiritualidad exacerbada a través de Sakumi, el personaje principal, pero sin quedar sobre las cuerdas. Sino, curiosamente, muy sereno. Como si la habilidad de Banana Yoshimoto fuera conducirte con toda suavidad y ternura por la espiral de dolor punzante que puede resultar la pérdida de un ser querido, pero también crecer, hacer nuevos amigos y separarte de ellos... la vida, pues. Amrita está plagada de conversaciones memorables entre madre e hijos, entre hermanos, entre amantes, entre desconocidos, entre amigos y seres ultraperceptivos. Pero, en ningún caso, se trata de conversaciones elaboradísimas. Al contrario: resultan tan cotidianas que si uno no presta suficiente atención se corre el riesgo de dejar escapar buenas dosis de sabiduría. Por eso, digo yo, a pesar de lo ligera que resulta, es una novela que sabe mejor a sorbos y acompañada siempre por una taza de té.

miércoles, agosto 25, 2010

Día 66: Dan in Real Life


Esta es una de esas películas del tipo simple, cálida y divertida que me encantan. Además de que soy fan de Steve Carell y sus caras, estos detalles son los que más me hacen reír:

1. La broma espontánea en la librería.
2. La risa franca de Juliette Binoche cuando está con Dan.
3. El tinglado familiar, por ñoño que sea. Sumado a los comentarios ácidos que se hacen unos a otros.
4. La tensión tan simple y atractiva que hay entre Dan y Marie, derivada de ese amor del bueno.
5. Cuando Marie le da un hot cake todo quemado a Dan.
6. En las obras familiares, el estribillo principal de la canción que canta Dan: Let my love open the door to your heart.
7. Cuando una de las hijas de Dan le grita: "You are a murderer of love". Y, claro lo que el novio de esta le dice a Dan antes de subirse al taxi.
8. Lo que le dice Dan a Marie antes de entrar al boliche, cuando ella intensea con que tiene hijas y...
9. La escena en el boliche, antes de que llegue la familia entera.
10. Los encuentros de Dan con el mismo policía.
11. La reflexión final sobre los planes.
12. Plan to be surprised.

martes, agosto 24, 2010

Día 65: The Ugly Truth



Mi mareado ya me había dicho que las mujeres somos expertas en escuchar sólo lo malo en una frase bien intencionada. Yo me había resistido a aceptarlo del todo, aunque algo me decía que, en ocasiones, algo de razón hay en ello. En esta película hay una escena que lo ejemplifica demasiado bien: esa en la canasta del globo aerostático, casi al final, cuando Mike le está diciendo que a Abby que la ama y ella sigue discutiendo sin escuchar. Me partí de risa porque, justamente, el mareado estaba a mi lado en el sillón. Torcida de ojos de por medio, no me quedó más que admitir que yo he estado ahí, y en incontables ocasiones. Dicho sea de paso, Katherine Heigl me cae harto bien. Y, de todas las comedias románticas que se han hecho últimamente, creo que esta es de las verdaderamente rescatables.

Datos personales

Mi foto
Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

Seguidores

Archivo del blog