Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

domingo, mayo 30, 2010

El pilón: Fantastic Mr. Fox



Según mi entender, Wes Anderson es un tipo que, como pocos, sabe traducir en películas el calificativo exquisitas. Y yo diría que Fantastic Mr. Fox es otra píldora de muestra. Como siempre que termino de ver una película de este texano, trajeado pulcramente lo mismo en sus filmaciones que en entrevistas (en diferentes gamas de café, tonos beige o más claros y toques azulados), además de una historia deliciosamente contada sobre un personaje que no es precisamente bueno, pero sí absolutamente encantador, Fantastic Mr. Fox es un derroche visual de principio a fin. De la decoración de cada set al vestuario de cada personaje animado. Puf.
Quizás sus guiones, a diferencia de su visualización artística, sean los que sufren trompicones de vez en cuando, pero ¡qué diablos! Un cine personal, detallado, con un humor tan peculiar como el suyo se agradecen con euforia en un época en la que todo parece ser un pastiche despersonalizado, producto del copy-paste. Como siempre, me resulta un gozo ver la película y luego el making off, que da cuenta del arduo trabajo y la dedicación detrás de lo que dura esta. ¿O van a decirme que cualquiera saca a los actores del estudio de voz para grabarlos realmente comiendo galletas, cavando, corriendo o montando una motocicleta?
Y según escribo esto, descubro lo que puede ser una presunción mía: Fantastic Mr. Fox, más allá de una película aislada, es una pieza más de la obra cinematográfica artesanal que este hombre se ha construido. Sí, aisladamente el cine de este flacucho de apariencia tímida se disfruta, pero se goza a plenitud habiendo visto sus trabajos predecesores. Porque sólo entonces se entra de lleno en ese mundo suyo, repleto de guiños familiares, potencializados con cada nuevo filme. Ya, dicho está.

viernes, mayo 28, 2010

Día 5: Lost In Translation







De tanto que podría decirse, me conformaré con sólo decir que me cautiva el intimismo de Sofia Coppola. Lo hermosa que retrata la necesidad de encontrarnos, y de que nos encuentren. Bueno, y que quiero ir a Tokio: iré a Tokio.

jueves, mayo 27, 2010

Día 4: Wonder Boys



Este es justo el tipo de películas que si yo fuera guionista me gustaría escribir. Nada de grandilocuencias de alfombra roja. No. Yo me quedo con las modestas y entrañables joyitas de bajo presupuesto. De Wonder Boys, más allá del ambiente escritoril, me hacen reír muchos detalles. Aquí, algunos, los que caché esta vez:

-El monólogo de Michael Douglas, en su papel del Prof. Tripp, con el que arranca la película: "Estaba distraído. Quizás tenía que ver el hecho de que mi esposa me había dejado esa mañana... Quizás no. Esposas me habían dejado antes".
-El travesti gigante con el que amiga Terry Crabtree (Robert Downey Jr.) en el avión. Me encanta que él y Douglas tengan que alzar la cabeza para verlo a los ojos.
-Poe, el perro ciego, y todo lo que es de él.
-La horripilante bata rosa que usa el Prof. Tripp.
-Su justificación para pachequearse full time: "Aclarar su mente".
-Cómo empieza el discurso de Q. en la inauguración del WordFest: "Yo... soy escritor". Y el aplauso atronador del público.
-La escena del Renault 5 que sale disparado, con Crabtree al volante y el mamotreto de más de 2 mil páginas del Prof. Tripp incluido. Es hi-la-ran-te. Contagia lo mismo conmoción y liberación que carcajadas.
-El gag de Vernon y Oola. Ya no digamos los nombres en sí.
-El sarcasmo que salpica los diálogos. Esas bromas ácidas y lacónicas tan disfrutables.

Y, encima, el soundtrack es una chulada. "Things have changed", de Bob Dylan, es de las pocas canciones que me hacen bailar deep-deep-inside.

miércoles, mayo 26, 2010

Día 3: El perro


Debo decir que, más que disfrutarla, me pasé la película entera esperando lo peor de lo peor. Cortesía de Don Juan y su mirada de soy-un-pan-que-sólo-quiere-ayudar-al-mundo (tan bueno que a veces dan ganas de abofetearlo), y su temperamental dogo argentino Bombón de Le Chein (¡perrazo!). Pero... no. El asunto aquí va más por aquello de que las desgracias siempre traen algo bueno. Nomás es cosa de dejarse llevar por lo inesperado. Confiar. Eso, y hacerse de un perro para llevarlo sentado en el asiento de junto y compartir con él el camino.

martes, mayo 25, 2010

Día 2: Sideways



Admito que me causaba recelillo volver a ver Sideways. Quería verla y no. Me reí tanto cuando la vi, que temía que el encanto no se repitiera. Por obra y gracia de Alex Payne (su director), permaneció intacto. Lo suficiente como para pensar en ir a beberme un viñedo entero, al menos en lo que dura la película. En lo que no puedo dejar de pensar es que, más o menos, todos llevamos un Miles o un Jack por dentro. Una personalidad que se toma todo muy, muy en serio. Otra que lo hace todo más bien a la ligera. Ambos, en extremo, jodidos. Sin duda, durante mucho tiempo yo le he hecho caso más bien a mi Miles. A la rigidez, a la contención, a la negatividad sulfúrica, a la falta de espontaneidad, queriendo encorsetar al mundo, a la vida y a mí misma, en primer lugar. Qué suerte que siempre puede uno tomar nuevos rumbos.

Ahora, momentos dignos de desmenuzarse, hartos. Los que se me han prendado:
-Miles emberrinchado, gritando: "Me niego a tomar Merlot".
-Cuando Maya y Miles hablan sobre sus 'joyas' vinícolas, y ella le dice: "El día que abras el Cheval Blanc del 61, ésa será la ocasión especial".
-La tarde en la que Miles finalmente decide tomarse esa botella durante tantos años guardada, en un vaso de unicel, acompañado de una hamburguesa y unas papas.
-La serenidad de Maya, esa mujer que sabe tanto de vinos, pero más sobre sí misma y lo que quiere, y lo que no.
-La escena del choque. Me parte de risa hasta dónde es uno capaz de llevar sus propias farsas, con tal de no romper el status quo sin el cual, según nosotros, el mundo deja de dar vueltas.
-Lo que le dice casi al final Maya a Miles sobre su novela: "Qué importa si te la publican o no. Tú sigue escribiendo".

Pd. También recordé las ganas que tengo de hacer un picnic. Vino y quesos incluidos. Pronto, pronto.

lunes, mayo 24, 2010

Día 1: los lunes al sol


—Todo lo que nos enseñaron sobre el socialismo... es mentira. Y todo lo que nos enseñaron sobre el capitalimo... es verdad.

Escenas desgarradoras, esta película tiene muchas. Como esa en la que Santa (Javier Bardem) descubre la verdad sobre la vida de Amador. O aquella en la que Paulino, recién teñido el pelo, espera una entrevista de trabajo. O esa otra en la que José acude al banco con su esposa... Si cabe preguntarse en qué clase de persona nos puede convertir un empleo, también cabe preguntarse en qué clase nos convierte no tenerlo. Más aún, prolongadamente. En uno u otro, la respuesta puede ser: en entes cansados, ensimismados, cínicos, insensibles, desvalorizados, derrotados. ¿Y por qué? Porque dejamos que los problemas nos absorban y dejamos de sentir, de gozar. Porque dejamos que un trabajo nos defina. Dejamos que el miedo nos carcoma y se acabó. Nos desbarrancamos. Y de bajada nos llevamos a aquellos que nos quieren, nos han apoyado o nos tienden una mano. Y encima esperamos que no se quejen. Hasta que, claro, la vida tiene a bien ponernos en nuestro lugar. Entonces, sólo hay de dos: o la enfrentamos con valentía o nos seguimos hundiendo. Con sus debidas consecuencias.

Mi escena favorita: Cuando Santa, sentado despreocupadamente en una butaca del transbordador, pregunta: "¿Qué día es hoy?" (condenado Bardem: ¡eres grande!).

1 día, 1 película; 1 semana, 1 libro

Siempre he dicho que debería de existir una especie de beca para que, en determinado momento de la vida, uno pudiera optar por ella y dedicarse a leer, ver películas y series, y escribir de tiempo completo durante equis periodo. No es que ya exista. Ni creo que vaya a existir. Tampoco es que me haya encontrado la olla de oro del otro lado del arcoiris y pueda aventarme a ello. Simplemente decidí que era momento de trabajar menos y darme más espacio para alimentar ese sueño. Así que durante los próximos seis meses me someteré a un riguroso programa de sesiones de películas, lectura y escritura. De modo que vea al menos vea una película por día; lea un libro por semana y escriba un par de posts por día. De lunes a viernes, cabe aclarar. Por aquello de que sábado y domingo son sagrados. ¿Que a qué hora lo haré? Pues a la que se pueda; he ahí el reto. No permitiré que el número de libros leídos y películas (re)vistas sea sobrepasado por el coleccionismo enajenado de quien puede comprar pero no disfrutar. Cosa tan común estos días. Empiezo, pues. Eso sí, de mí no se espere una crítica en forma. Que a mí se me da hablar de sentimientos, nomás.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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