Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

miércoles, octubre 06, 2010

Semana 15: Kafka on the Shore


–Sometimes fate is like a small sandstorm that keeps changing directions. You change direction but the sandstorm chases you. You turn again, but the storm adjusts. Over and over you play this out, like some ominous dance with death just before dawn. Why? Because this storm isn't something that blew in from far away, something that has nothing to do with you. This storm is you. Something inside of you. So all you can do is give in to it, step right inside the storm, closing your eyes and plugging up your ears so the sand doesn't get in, and walk through it, step by step. There's no sun, no moon, no direction, no sense of time. Just fine white sand swirling up into de sky line pulverized bones. That's the kind of sandstorm you need to imagine.


Y sí. Regresé una vez más a Murakami. A ese mundo expandido (aquí más que nunca) en el que se dan con tanta naturalidad conversaciones con gatos, apariciones espectrales, encuentros con 'conceptos' (pues no son humanos ni animales) disfrazados de Johnny Walker o el Coronel Sanders, exploraciones a los laberintos profundos de la consciencia (ajenos al tiempo y el espacio) y relaciones con otros seres más allá de lo físico. Por algo Oshima, uno de los personajes de la novela, repite con tanta insistencia que la vida es una metáfora. Como para que caigamos en cuenta de que también el libro que se tiene en las manos lo es y no andemos cuestionando de más.
Para mí es una delicia haberlo podido leer sin, justamente, cuestionar si todo eso era posible. Sin buscar los cables y las conexiones que le dieran algo de sentido. Fue fascinante transitar por sus páginas sin más, aceptando naturalmente el curso de los sucesos y punto. Creo que esa es la mayor magia que puede hacer por uno este libro. Una magia que, según yo, aunque murakamizada, mucho tiene que ver con la que impregna esta vida que vivimos. Porque en el mundo por el que caminamos también suceden cosas inexplicables, quizás más sutiles, pero al fin y al cabo hechos por encima de nuestra consciencia aletargada. Regidos por una sabiduría que luego nos negamos a comprender: aquella de que todo tiene un tiempo y un momento. Completamente ajenos a nuestras prisas o deseos. Y hay que enfrentarlo.
De algún modo, Kakfa on the Shore ha sido como dejarme contar sin interrupciones un último cuentito para dormir la noche antes de amanecer en un nuevo mundo. Justo como le sucede a Kafka Tamura, uno de los protagonistas. Lo digo porque esta es la última de las novelas de Murakami que me quedaba por leer (de las que ha publicado, pues). Y al llegar a su punto final sentí que una especie de puerta lectoril se cerraba. Quizás no para siempre, pero sí durante un largo, largo tiempo Como si hubiese llegado la hora de despedir un yo del que ya he tenido suficiente. Del que es necesario desprenderme. Así pues, con la triste alegría que sólo te provoca el dejar las cosas en el momento preciso en el que debes de hacerlo, me despido del Sr. Murakami.

1 comentario:

  1. Ay, a mi me faltan varias de las que ya están en español y muchas otras de las que están en inglés, pero allá voy. Cada que voy a la librería procuro abastecerme por lo menos de uno más de él. :)
    Y sí, a todos nos pasan las cosas 'inexplicables', pero sólo algunos somos (o son) capaces de reconocerlas en la cotidianeidad.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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