Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

jueves, octubre 21, 2010

Semana 18: Expiación


En cierto momento me fue imposible no detestar genuinamente a la engreída y veleidosa escuincla que es Briony Tallis, pero ya luego me fui enredando en sus matices y creo que llegué a comprenderla sin reticencias y a compadecerla. Su personaje me hizo reflexionar sobre cuántas villanas circunstanciales como ella no andan caminando por la vida. Causando daños absurdos, muchas veces irreparables, no por maldad, sino por una mezcla de prejuicio, egoísmo, ignorancia, inmadurez y miras muy estrechas de estar haciendo el bien. Qué duro darse cuenta de que has sido así y de que no hay nada que pueda cambiar tus acciones, que te granjee el verdadero perdón de aquellos a los que has afectado... Ni el tuyo. Pffff.
Había visto la película antes de leer el libro, y una parte de mí esperaba encontrarse con que se trataba de una adaptación más hecha con las patas que sólida, pero creo que no es el caso. Lo que es cierto es que el libro (por obvias razones) es mucho más rico en procesos mentales y emociones, en detalles que permiten relacionarte mejor, por así decirlo, con cada personaje: con su emoción, su alegría truncada, con la amargura que un sueño no realizado provoca, con la culpa y la ira, la necesidad de remediarlo todo... De reescribir la historia.
Lo que fue una grata sorpresa fue leer una última parte muy distinta a la llevada al cine. Concretamente en materia de circunstancias, más que por lo revelado. A mi parecer, el escenario en el que la Briony de setentas y tantos años desvela el verdadero nudo de la trama es mucho, mucho más poderoso como lo escribió Ian McEwan. Me hizo llorar, querer abrazar a todos sus personajes, y es hora en la que no termino de digerir muchas de sus frases. Por crudas, por reales, por su rendición ante lo inevitable, por el cansancio que denotan ante la búsqueda vital de su protagonista: la expiación.
Hay un momento en particular que es como un clavado a una fosa de agua congelada; ese momento en el que Briony confronta precisamente aquello a lo que le ha venido dando la vuelta durante decenas de años. Una confrontación tan inesperada y tan llana que termina por desarmarla. Y no es que su vejez no lo haya hecho ya. Si ya la historia y su protagonista me habían parecido fascinantemente armadas, las últimas páginas de verdad que me impactaron. Ya dejen que son del tipo que uno quisiera crear. Lo que reflejan es tan humano que resulta difícil negar que Briony Tallis no existe, aunque sea bajo otro nombre.

2 comentarios:

  1. Me encantó este libro. Yo lo leí antes de ver la película, y aunque me gusta más el primero, creo que lo adaptaron bien a la pantalla. El final no podría haber sido como lo planteó McEwan.
    Acabo de ver que adaptarán Chesil Beach, y el guión lo hará el mismo McEwan... y eso sí me da mucha curiosidad.

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  2. Sí, coincido contigo. Era imposible adaptar el final como está escrito, y me parece que encontraron un buen recurso para hacerlo.
    Lo de Chesil Beach... híjole, no logro imaginarla llevada al cine. Pero si es él mismo quien hace el guión es como reescribirla, ¿no? Un poco al menos. A ver qué tal.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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