Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

miércoles, julio 21, 2010

Día 42: Matrix



Han pasado 11 años desde que se estrenó The Matrix. Dejando de lado el efecto embrutecedor de cómo-han-pasado-los-años, recuerdo haberla visto en el cine y luego, alguna otra vez, ya en DVD. Pero no recientemente. Y por alguna razón llevaba semanas tintineando en mi cabeza el deseo de verla. No sé bien por qué. Será que quería atar algunos de los cabos que quedaron sueltos en mi mente, entonces sorprendidos por las escenas voladoras y otros efectos. Será que deseaba comprobar que, en algunos aspectos, una década y piquito no pasa en balde para uno (ni para una película). Como sea, opino que tiene un muy buen guión, digno de hacerse cuestionar muchas cosas a nivel personal (esa ciencia ficción da unos trancazos muy bien disimulados). Y qué echada a perder le dieron con las dos secuelas. Con lo que ya no estoy de acuerdo es con aquello de que la ignorancia es una bendición. No lo es. Punto. La verdad es dura, pero es la única forma de avanzar. O eso me digo ahora.


*Si algo debo agregar es que, a diferencia de aquella primera vez, cuando los diálogos me referían a asuntos inconexos que algo en mí no alcanzaba a comprender, a unir, ahora me parecieron una secuencia muy lógica. Es como si en lugar de percibir un manojo de cables, esta vez hubiera percibido sólo uno, muy fino y largo. Eso era.





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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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