Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

lunes, agosto 09, 2010

Día 54: Empire of the sun


Junto con Stand by Me, quizá esta es una de las películas que más ubico de mi infancia. Entre otras cosas porque me gustó mucho el cartel y por lo mucho que me impactaron algunas escenas: la fiesta de disfraces; James entre la multitud, separado de sus padres; su andar en bicicleta dentro de la casa; el talco desparramado en el cuarto de sus padres; que una de las mujeres que trabajaba para su familia lo abofeteara; el momento en el que el joven piloto japonés se sube al avión y este explota... Pero sobre todo, la del estadio lleno de muebles, candelabros, autos y un sinfín de artículos de lujo.
Ahora que volví a verla después de tantos años (15 al menos), además de confundirme y pensar que el estadio era el lugar donde James se reencuentra con sus padres, todo esto que refiero se activó en mi memoria. Así como la emoción que sentí al reconocer a Christian Bale, ya adulto, en otra película (¿American Psycho?). Como si de un momentáneo reencuentro con un personaje entrañable de mi infancia se hubiera tratado. También es cierto que mis ojos actuales vieron cosas que los de mi infancia no (la ingenuidad burguesa, por ejemplo), pero me di cuenta de que soy incapaz de ver Empire of the sun sin una carga muy subjetiva. Se hizo de tal lugar en mi corazón cuando tenía 10 años que si la historia está demasiado edulcolorada por la mano de Spielberg, realmente no tiene importancia. Me gusta así como es. Ha de tener que ver con que por aquellas épocas yo me enamoré definitivamente de las historias contadas a través de una pantalla.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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