Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

lunes, agosto 16, 2010

Semana 10: Comer. Rezar. Amar


Abrí con absoluto prejuicio este libro. Porque "no es el tipo de libro que suelo leer", me dije. Y eso mismo es lo que le había contestado a alguien que me habló de él (qué pinche arrogancia, la mía). Pero luego de que un par de personas me dijeran que imaginaban que yo podría terminar escribiendo algo así, me doblé de curiosidad. Pues sí. ¿A qué exactamente se referían con algo así?
Podría decir muchas cosas para demeritar el libro, porque hay con qué. Pero no lo haré por una simple razón: por más New Age que suene, comprendo ese recorrido personal del que habla Elizabeth Gilbert. Porque yo estuve ahí no hace mucho: postrada en el piso, llorando desesperadamente, pidiéndole al universo, con todo el fervor que nunca en mi vida había manifestado, que me guiara. Que me ayudara. Y lo ha hecho. Y de sobra. Negarlo para no manchar mi currículum de lectura sería una brutal estupidez de mi parte. Qué importa, pues, si no es un libro para la posteridad literaria. Qué importa decir que lo leí y sonreí, que me vi reflejada. Qué importa toda mi parafernalia intelectual cuando entiendo de qué carajos habla esta mujer y me alegra saber que no estoy sola ni loca. ¿Que está escrito con ese espíritu ligero que tan bien le viene al verano? Sí, pero quién no necesita una brisa fresca y dulce en las mejillas de vez en cuando. Yo sí. Y (ya) no me siento mal por ello. Gracias, buenas noches.

*En cuanto a si terminaré escribiendo un día algo así... ya veremos.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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