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martes, agosto 17, 2010

Día 59: Los hombres que no amaban a las mujeres


Cuando terminé de leerla, me pareció que la trilogía de Stieg Larsson daba para hacer una gran adaptación cinematográfica. Una que podría superar en varios aspectos, principalmente en ritmo, a los libros. Porque con todo lo que me gusta el personaje de Lisbeth Salander y algunas enredadas implicaciones de la historia, los libros tienen muchas páginas que podrían cortarse. Y resulta que no habrá sólo una versión, sino dos. El típico duelo europeos-gringos. Pero mientras David Fincher* factura la que corresponde a la industria de Estados Unidos, diré que la versión sueca no me decepcionó, pero tampoco creo que sea todo lo que pudo ser. Me quedé con la sensación de que le falta fluidez, porque a momentos la historia se siente contada como en viñetas aisladas, no como en un mismo aliento. Eso sí, creo que tomaron hartas decisiones acertadas sobre qué ahorrarse. Y debo decir que el casting de los personajes (particularmente Michael Blomksvist) se asemeja mucho a como los imaginaba físicamente. Además, me gustó el tono cutre que tiene el filme. Vamos, que la fría y civilizada sordidez trazada por Larsson en sus páginas sea ese sutil pero siempre presente telón de fondo. Nada de estilismo rimbombante. Nada de innecesario efectismo, pues.

*A mi parecer, Fincher tiene enormes posibilidades de realizar una versión. Lo digo pensando en Zodiac (que es larga, densa y buena-buena) y Fight Club (de la cual no se necesita decir nada).

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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