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martes, noviembre 16, 2010

Película 119: Los olvidados (52 Muestra 1/22)


Me propuse ver la 52 Muestra internacional de cine completa y espero lograrlo, por lo que las próximas 22 películas aquí posteadas pertenecerán a ella (aunque seguramente puede colarse alguna que otra de la cartelera comercial o de mi altero).
Al grano: me pareció una reverenda estupidez que González Iñárritu comparara Los olvidados, de Luis Buñuel, con su Biutiful, como si esta última fuera la versión actualizada de la primera. Pero bueno, cada quien sus egos y sus barbaridades. Semanas después, con alegría descubrí que la Muestra abriría justamente con Los olvidados. Verla en pantalla grande me pareció una maravilla, porque ya se sabe que el efecto de la butaca es muy distinto al del sillón de casa. Y sí que es extraño e impresionante ver una película estrenada hace 60 años que mantiene semejante vigencia en la temática. Porque se hablará y se vestirá de otro modo, habrá crecido la ciudad, se habrá envilecido el carácter urbano y se habrá perdido cierta inocencia, pero México (y el mundo, diría yo) no ha dejado de tener esa misma jodidez tan bien retratada por Buñuel. Lo que se ha vuelto más común es exhibirla, y quizás ello nos ha hecho un tanto más cínicos, pero eso es otro asunto.
La otra grata sorpresa fue ver un final alternativo, que el productor le pidió a Buñuel en previsión de la censura que recibiría la cinta en la época de su estreno. Un final que nunca fue proyectado. Un final más políticamente correcto, que rompe con la crudeza y fatalidad del resto de la historia, pues en él al menos algo sale bien: Pedro regresa el billete de 50 pesos que le dio el director de la granja para ir a comprar un mandado después de matar al Jaibo. Pero la vida no suele ser así. No cuando hay tanto cochambre emocional de por medio.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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