Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

miércoles, junio 09, 2010

Día 13: My Neighbor Totoro




No sé nada de poesía. Pero voy a escribir esto: Hayao Miyazaki hace poesía disfrazada de películas animadas. Y otro ejemplito sencillo y hermoso de ello es My Neighbor Totoro. No sé si será la hormona. A lo mejor. Pero me parece que contiene una de las escenas más bellas hecha caricatura que haya visto en toda mi vida: ese momento en el que Totoro gigante, Totoro compacto, Totoro mini, Satsuki y Mei danzan para hacer crecer una decena de árboles. De tan llana, es potentísima, harto conmovedora y rebosante de alegría de vida (es esta de aquí). Lloré al verla. También sonreí, desde mis adentros más adentrados. Y cuando sonó la canción del final, pensé, como siempre que veo algo de su Ghibli Studio, en lo maravilloso que ilustra la sorpresa y curiosidad infantiles, las cosquillas y otras sensaciones corporales, la ternura con la que dota a sus criaturas fantásticas (como Totoro, mezcla de perro-mapache-búho o ese gatobús), el amor determinado que caracteriza a sus personajes humanos... Qué tesoro invaluable son su imaginación y trazo. Más aún, poder disfrutarlos como si se trataran de un dulce favorito. Lo no confesado nunca antes: este señor me hace imaginar lo que será mostrarle su mundo a un niño pequeño y ver reflejada la fascinación en su cara. Así de grande es para mí Miyazaki.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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