
Había visto esta película sólo en fragmentos y en completo desorden. Así que verla ahora es como haberla visto por primera vez. Aisladamente no le había encontrado el drama, pero conforme la vi escena a escena y en orden me fui apretujando debajo de las cobijas. Las sesiones de sexo fogoso y lectura poscoital (y luego precoital) son sólo la anécdota llamativa. El preámbulo distractor antes del golpe duro y amargo de una madurez trastocada por el peso y la sombra de lo nunca dicho, de los sentimientos engullidos y silenciados. De las pequeñas o grandes pero poderosas vergüenzas personales que tan prisioneros nos hacen, y que incluso nos llevan a actuar en contra de nosotros mismos. Aunque lo que más me ha atrapado de The Reader es la sutilidad para decirnos que uno ve claramente su vida en matices; pero la del resto, en blanco y negro. Y viceversa. Foc. ¿No es ahí justamente donde todo se hace bolas?
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