Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

martes, junio 15, 2010

Día 16: Ponyo



Si fuera niña de nuevo, pediría que las paredes de mi cuarto estuvieran decoradas con los dibujos de los créditos. ¡Qué ma-ra-vi-lla! (espero recordar esto para mi próxima vida). Ahora, teniendo tan cerca el día que vi My neighbor Totoro, no puedo decir mucho de Ponyo sin redundar en aquello de la gozadera que son sus personajes y sus visualizaciones (aunque esta no me parece, ni de cerca, una de sus mejores películas). Pero ayer caí en cuenta que otra de las cosas que me encanta de los filmes de Miyasaki es que sus protagonistas (con o sin hermanos; con papás harto peculiares) son niños que pasan buena parte de su día a solas, y es justo durante ese tiempo que entran a mundos y aventuras fantásticos. Es como una magnificación extraordinaria del tiempo a solas cuando eres niño. Podrá parecer obvio, pero sospecho que no todos los adultos tienen noción clara de cuánto bien puede hacerle a un pequeño ese tiempo enteramente a su disposición, aunque sea de más, aunque sea para perderlo. No es que yo fuera una niña de fantasías rebuscadas, pero sí recuerdo que tuve mucho tiempo de esta categoría y que durante él entraba en una especie de túnel que era muy, muy mío. En el que sólo yo cabía. Un túnel que ha hecho la diferencia entre ser una persona que estando sola se aburre o no sabe qué hacer, y ser una persona que adora el tiempo a solas. Ay, Miyazaki, eres grande.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Mi foto
Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

Seguidores