Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

lunes, junio 28, 2010

Día 25: Children of men


Hay dos escenas que siempre termino recordando de Children of men. La primera, cuando Theo (Clive Owen, enoooorme), sin que nadie lo vea más que nosotros, escucha desde una esquina la conversación entre Jasper, Kee y Miriam. Me asombra cómo va cambiando su expresión facial conforme avanza la charla y él revive su historia con Julian y Dylan. La otra, cuando la porquería en la que se ha convertido el mundo se detiene azorado ante el hasta entonces extinto llanto de un bebé, antes de volver a la agujereada realidad cortesía de un bombazo.
Pero lo que más atesoré esta vez es el retrato de una capacidad única del espíritu: la de servir a los actos más nobles sin necesidad de otra recompensa que el haber ayudado en lo que se podía, incluso cuando todo está podrido. Hasta ahora no había caído del todo en cuenta de que la historia está plagada de individuos improbablemente bondadosos (empezando por Theo) que, sin darse cuenta, se van tendiendo la mano y tendiendo un lazo hasta lograr que Kee y su pequeñita encuentren, en medio de una densa niebla, el Tomorrow (aquí ningún simbolismo es gratuito, me cae). Si el futuro será otro para cada uno de esos seres bondadosos, no importa. Importa que hicieron lo que estaba en sus manos cuando fue necesario.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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