Esto que veo. Esto que leo. Esto que siento. Esto que escribo. Estoy que soy.

lunes, noviembre 29, 2010

Película 136: Un filme socialista (52 Muestra 18/22)


La trama: No la hay estrictamente, pues más bien se trata de una crítica a la situación europea actual a partir de un gran collage de imágenes y sonidos.

Opino que: Perdón, pero la cifrada sofisticación intelectual de Jean-Luc Godard en este filme me causó una hueva infinita. Antepóngame el calificativo que quieran, pero para mí esto es un bodrio irritante (y no en el buen sentido reflexivo). Me evocó la chocantez que me produce el arte-objeto (como la caja de zapatos vacía de Gabriel Orozco) o pinturas como las de Miró. Sí, entendí de qué va, pero francamente creo que hay formas menos áridas y más efectivas de decirlo. Pero claro, eso a él no le interesa. Y sucede que yo estoy peleada cada vez más con esa especie de elitismo artístico. Punto.

Película 135: The Kids Are All Right (52 Muestra 17/22)


La trama: Nic y Jules son una pareja gay con dos hijos adolescentes, que entra en una difícil de pareja y y familiar cuando su hija, Joni, averigua quién es su padre biológico y busca integrarlo a sus vidas.

Opino que: Annette Bening y Julianne Moore están fabulosas como pareja y son lo mejor de la película. Muchos diálogos y momentos son de verdad hilarantes, salpicados con ese humor y ese ritmo tan típico del cine indie estadounidense centrado en crisis familiares (The Squid and the Whale, Thumbsucker...). También hay momentos que se sienten un poco forzados, sobre todo aquellos que más bien tienen que ver con el resto de los personajes de la trama. Por suerte, uno se olvida de ellos tan pronto figura alguna de las protagonistas. Mi momento favorito: el discurso de disculpa de Jules, cuando dice "No sé por qué lastimamos a las personas que amamos. Quizás si leyera más novelas rusas...". No pude evitar partirme de risa.

sábado, noviembre 27, 2010

Película 134: De dioses y de hombres (52 Muestra 16/22)


La trama: es una historia verídica. Siete monjes cuyo monasterio sirve de apoyo moral y social a una comunidad argelina durante 1996, se enfrentan a un grupo de extremistas islámicos que aterroriza a la zona y que termina por secuestrarlos.


Opino que: Ni por asomo se trata de la película aburrida que tenía en mente dado el título y el cartel. Es densona, sí. Lenta y quizás excedida en momentos contemplativos, pero discursivamente es una cosa tremenda. Sobre todo en términos de fe auténtica puesta a prueba. Incluso diría que es una gran lección de humildad, de compasión, de amor, de entrega, de humanidad. Más aún porque los involucrados son monjes, pero al fin y al cabo hombres de carne y hueso que pueden experimentar miedo, angustia, dudas, dolor; pero es precisamente en su fe donde encuentran la fuerza y la respuesta necesaria para enfrentarlos correctamente. A pesar de que las circunstancias amenacen su vida.
Confieso que me tuve que enjugar las lágrimas cuando el hermano Christian, en voz en off, lee la carta que escribe ante su inminente final. Dejen lo conmovedoras: lo serenas, lo congruentes... lo sabias que son sus palabras. Me atrevo a decir que hombres de fe así son los que le hacen tanta faltan a este mundo.

Película 133: Los gatos persas (52 Muestra 15/22)


La trama: Un chico y una chica que tocan rock indie se acercan a una especie de dealer-representante para que les ayude a conseguir las visas, los pasaportes y los músicos que requieren para dar un par de conciertos en Londres, ya que no pueden hacerlo en Irán porque está prohibido. En el camino, conocen a todo tipo de bandas musicales.


Opino que: Puede que no sea un relato redondo-redondo, pero es lo de menos. Es una maravilla de retrato de la escena musical actual iraní (concretamente en Teherán). Con su lado valiente y su lado crudo. Más valioso aún porque en Irán la música se considera impura y se castiga con cárcel. Así que las guitarras, los bajos, las baterías y las vocales ensayan y tocan verdaderamente de forma underground (nada del uso de esta palabra como estúpida etiqueta cool). Cada grupo al que Negar y Ashkan conoce, independientemente de su estilo musical, le sirven de pretexto al director (el mismo de Las tortugas pueden volar) para armar una especie de videoclips con retazos fílmicos del Irán cotidiano. Que en conjunto dan vida a una película con estilo documental que de algún modo canta: Esto también es Irán. A pesar de las restricciones, de la persecusión, de la censura, de la represión... Están los músicos que se arriesgan para tocar sus instrumentos, para cantar, para hacer lo que les gusta. No sé, me parece que comparte ese espíritu de lucha personal e inspiradora que deja Persepolis. Encima, la música, toda ella, suena fabulosa. Y no miento: tardé un buen rato en dejar de tener la piel chinita. No nada más por el final, sino por todo lo que me dejó pensando y sintiendo.

Película 132: White Material (52 Muestra 14/22)



La trama: Maria Vial, junto con su esposo, es dueña de un cafetal situado en algún país de África que enfrenta un conflicto entre militares y rebeldes. Pero ella se niega a dejar lo que es suyo, incluso a pesar de las evidencias de peligro para ella y su familia.

Opino que: No me explico los elogios que aparecen en el cartel. Con todo y que en uno que otro momento quieres abofetear al personaje de Isabelle Huppert (lo más rescatable) para ver si así despierta de su estupidez (que a veces resulta increíble), la película se suma a la interminable lista de filmes artísticos europeos sobre África y los conflictos entre blancos y negros producto de la colonización. Uno más de esos que quesque quieren sacudir consciencias y mover a la reflexión, y sólo te hacen parpadear de sueño. Porque ni cuenta nada nuevo ni lo que cuenta lo hace de forma novedosa (sabes ya en qué va a acabar el asunto tan pronto empieza) o peculiarmente conmovedora o aguerrida. Tibieza elogiada, pues.

miércoles, noviembre 24, 2010

Película 131: Life During Wartime (52 Muestra 13/22)



La trama: Joy, Trish y Helen son tres hermanas con historias de vida todo menos normales, aunque no por ello están menos interesadas en encontrar el amor, el perdón y la forma de acomodarse en este mundo.

Opino que: tiene muchos retazos hilarantes y ácidos, diálogos muy críticos (algunos con harta carga política), escenas que exhiben muy bien la estupidez que a veces derrochamos (aun si no somos estadounidenses), como es la buena costumbre de Todd Solondz, pero también como ya es su costumbre, en conjunto el viñetismo es excesivo y uno termina pensando que quizás a algunos personajes lo que les hizo falta fue cierta holgura. O que a la película le sobran un par de personajes. Pero para soltar una que otra carcajada, luego de tanto drama, no está mal.

Película 130: La mirada invisible (52 Muestra 12/22)


La trama: el trabajo de Marita, supervisora en un estricto colegio, es vigilar hasta el más mínimo movimiento de los alumnos. Lo que la lleva a obsesionarse con uno de ellos y establecer una peculiar cercanía con el director de maestros. El contexto: el fin de la dictadura militar argentina.

Opino que: el director se enamoró perdidamente de su locación (un edificio muy estético, sí) y de su protagonista caminando, subiendo y bajando por ella. Y en ello se le va buena parte de la película, lo que la vuelve de pronto un poco aburridona. Lo que me pareció interesante es lo simbólica/metafórica que puede leerse la trama dado el contexto; una forma muy intimista de dar cuenta de él. Sobre todo aquello de que después de la represión, el despertar es salvaje.

lunes, noviembre 22, 2010

Película 129: La Pivellina (52 Muestra 11/22)



La trama: Una pequeña es abandonada en un parque y recogida por una mujer que vive de los actos circenses callejeros.

Opino que: Es una historia linda, amena y tierna, por aquello de que la bondad también radica entre los que tienen vidas con estrecheces económicas. La cuestión es que la simpatía y el encanto de Asia, la pequeña de dos años abandonada, muchas veces parecen los verdaderos protagonistas. Como si encariñarnos con ella fuera la intención última.

Película 128: Submarino (52 Muestra 10/22)


La trama: Dos hermanos sufren durante su infancia los abusos de una madre alcohólica y viven una experiencia traumática que termina por separarlos, a pesar de que viven en la misma ciudad. Pero

Opino que: Con todo y que se puede adivinar el final con antelación (y que sobra la escena final), es un gran drama. El mayor mérito de Thomas Vinterberg (su director) es penetrar la coraza masculina de sus protagonistas y exponer sin sentimentalismos cómo vive cada uno su respectiva carga emocional. Se llora, se enternece, se comprende, se compadece... se sale con cierta esperanza del cine: no siempre una infancia dura arrasa con la bondad de las personas. Ya lo había dicho, pero lo repito: me gusta la capacidad de los narradores nórdicos de capturar la crudeza humana sin desparramarse. Mucho han de tener que ver en ello sus tremendos inviernos, estoy segura.

Película 127: La leyenda del tío Boonmee (52 Muestra 9/22)


La trama: Cercana la hora de su muerte, Boonmee viaja a una granja que posee para reunirse con su familia, incluidos su hijo y esposa muertos.

Opino que: Para echarle ojo a cinematografías distintas a las habituales o a las que no tenemos acceso con frecuencia, no está mal. Sobre todo porque esta historia tiene bastante trasfondo político, pero planteado de forma muy sutil, más bien metafórica. Aunque de no ser por el título que aparece al inicio de la película (Las vidas pasadas de Boonmee) uno puede tardarse de más en entender que Boonmee es capaz de ver las formas que ha tenido su espíritu antes de la humana. Pero qué fascinante me parece lo común que es para buena parte de los orientales convivir con la cuestión vida-muerte (lo digo por esa cena que tienen Boonmee y su cuñada, con su esposa y su hijo muertos). Eso sí, a mí me palpitó de más el corazón con los espíritus de la selva (y que aparecen en el poster).

Película 126: Somewhere (52 Muestra 8/22)



La trama: Johnny Marco es una estrella hollywoodense que tiene, aparentemente, la vida soñada y resuelta. Hasta que tiene que hacerse cargo de su hija por unos días.

Opino que: No salí decepcionada del cine, más bien confusona. Me gustaron algunas partes y otras me parecieron sin mayor mecha. Pero después de comentarla brevemente con varias personas y la distancia de los días, mis sentimientos hacia ella han cambiado: empiezo a creer que su planez de inicio a fin es completamente deliberada y es, irónicamente, su gran logro. Quizás la mejor herramienta posible para retratar la banalidad de la industria de cine más grande del mundo, que alcanza su clímax en esa escena en la que Johnny deja a su hija en el taxi rumbo al campamento. Como si se tratara de un guión trunco.
Como sea, lo que sí me hizo revivir Sofia Coppola es el tedio angelino que, por viajes de trabajo relacionados con el cine, me ha inundado en más de una ocasión. Esa artificialidad, estupidez, sinsabor y pereza de vivir de una ciudad en la que muchos se esmeran por actuar de tiempo completo. Habré de darle una segunda vista tan pronto salga en dvd.

Película 125: Anticristo (52 Muestra 7/22)



La trama: Un matrimonio que debe enfrentar la pérdida de su hijo. Con eso tienen.

Opino que: Si se cuenta con unas tripas capaces de soportar un relato salvaje, se desquita por lo alto el boleto. Si algo le sale maravillosamente bien a Lars von Trier (además de exprimirle hasta la última gota de talento a sus actores) son los excesos emocionales, que en Anticristo alcanzan verdaderos niveles de horror. Un horror peculiarmente bello, diría yo, aunque ello suene un tanto difícil de conciliar. Pero no encuentro otro modo de llamar a esa espiral de dolor, rabia, desesperación, culpa, impaciencia, frenesí, éxtasis y tantas otras emociones en la que te envuelve hasta el último minuto. Sin verdadera tregua. Pero al mismo tiempo sin extenuarte del todo.
Yo diría además que contados directores son capaces de generarte la sensación de ese golpe sordo y seco que provoca la pérdida de un ser querido. Y este tipo, con una escena sencilla pero harto contundente y apoyado en una Charlotte Gainsburg rompe-madres, te mete justo ahí. Y ya no te suelta. Es cierto que uno podría enredarse de más tratando de aterrizar el significado de tanto simbolismo que le da por poner a Lars von Trier, pero son exquisiteces. Yo lo que le admiro es que se trata de un relato que no te deja salir intacto de la sala de cine.

jueves, noviembre 18, 2010

Película 124: Copia fiel (52 Muestra 6/22)



La trama: Un escritor inglés visita la Toscana para presentar su libro, en el que defiende la idea de que una buena copia es mejor que un original malo. Y ahí conoce a una mujer francesa interesada en debatir dicha teoría, mientras pasean por un pequeño poblado italiano.

Opino que: Es una de esas películas con conversaciones y discusiones tan malditamente bien escritas que, además de provocarte esa risa amargosa producto del auténtico yo-he-estado-ahí, siguen retumbando en la mente (y puede que en el corazón) horas y horas después de escucharlas y verlas. Como si unos sigilosos tentáculos te penetraran y se fueran desdoblando de a poco. Y cómo no, si conforme esta no-pareja-pareja que son Elle (fan-tás-ti-ca Juliette Binoche) y James se va compenetrando, se vive con ellos la amargura, el humor, los reproches, la incomprensión, la arritmia anímica, el resentimiento, la tristeza, la ternura, la atracción, la esperanza, la desconexión, el sinsentido de las discusiones, el amor perdido, el flirteo, la necedad, los vicios, los cambiantes roles... tantos de esos aspectos negativos y contradictorios (quizás naturales y algunos inevitables) que llegan a permear la vida compartida con alguien cuando de por medio hay expectativas irreales o no comunicadas. Cuando por ellas pasa la vida.
Es curioso... Cuando menos te das cuenta, la disertación sobre los originales y la copias del arte ha pasado a un plano completamente distinto y estás sumido en plena batalla. Confuso. Como en un juego de múltiples espejos y personalidades. Pero, a mi parecer, en esa teoría está la clave para entender qué carajos está pasando. Muy hábil, diría yo.

miércoles, noviembre 17, 2010

Película 123: Un hombre que llora (52 Muestra 5/22)


La trama: Adam, un hombre de 55 años, es el encargado de la piscina en un hotel de lujo en Chad, hasta que la venta de este y la efervescencia de una guerra civil ponen en vilo su cotidianidad y su familia.

Opino que: Vale la pena ir a dejarse arrancar unas lágrimas por ella. He aquí una conmovedora película hecha por un africano que no explota lo exótico de su país en aras de congraciarse con el público internacional (tan ávido de clichés) ni para malsostener la historia. Sí, el escenario es la África sumida en el conflicto civil de siempre, pero contenida ahí debidamente: en el papel de contexto (sin que por ello pierda relevancia). Los verdaderos protagonistas son Adam y el rompimiento con su feliz status quo; su reacción ante lo que va contra sus deseos. Sencilla, sin efectismos, pero poderosa. Vamos, no hay que vivir en Chad para darse cuenta de que cualquiera puede sucumbir a su propia cobardía, a esas fuertes sacudidas que suele darnos la vida. Que cualquiera puede ser acorrolado por ese no querer dejar ir lo que nos ha definido durante toda una vida y reaccionar de la forma más egoísta. Porque de pronto, cuando Adam es relegado de su puesto de trabajo por su propio hijo de 20 años y debe quedarse con el de portero del estacionamiento, el mundo se le viene encima. No nada más porque él no se siente ningún viejo y "su vida es la piscina", sino también porque está siendo presionado para apoyar al ejército ante el recrudecimiento de la guerra civil... Con dinero o en especie.
Y sí, las tomas largas y contemplativas, silenciosas, ahí están. Como también los diálogos más bien concisos. Pero vaya si están usados para transmitirte emociones y estrujarte el corazoncito. Lloré con esa toma de Adam sentado en su nuevo puesto de trabajo; sentí la verdadera oscuridad (¿desolación?) con las dos distintas secuencias en las que maneja su moto rumbo a casa. Y la escena final me pareció bellísima: Adam, ante la inmensidad de la naturaleza, ante las consecuencias irremediables de sus reacciones ante lo indeseable. Foc.

martes, noviembre 16, 2010

Película 122: Hahaha (52 Muestra 4/22)


La trama: Dos amigos se reúnen para comer y platicarse sus respectivas anécdotas vividas durante un verano en un pequeño poblado coreano. Casualmente, ambos estuvieron en los mismos lugares y con las mismas personas, pero sin darse cuenta y sin cruzarse.

Opino que: Sin ser una maravilla imperdible, tiene sus detalles interesantes. Como la forma en la que está contada: el encuentro presente entre los dos amigos es a través de fotos fijas en blanco y negro, mientras que las respectivas anécdotas del verano son secuencias en color. Y no por ello carece de agilidad. También llamaron mi atención las curiosas relaciones entre los personajes; las duras palabras que se dicen unos a otros sin que ello provoque dramatismos exacerbados. Se gritan, pero luego todo regresa a una especie de calma extraña. Y esa escena en la que una de las chicas carga de caballito a su novio después de descubrir que la engaña... Qué cosa rara. Sin duda me hizo preguntarme si, en sus formas, así será la cultura coreana. Amén de antojarme un festín como los que tienen enfrente los personajes casi todo el tiempo (me encanta que para los orientales comer sea todo un ritual).
Pero quizás lo que más me atrapó fue la indecisión y la aparente incapacidad de los personajes (a excepción de la mamá de uno de ellos) por tomar decisiones en favor propio. Su poca dignidad consigo mismos. Como si fueran niños atolondrados atrapados en un cuerpo adulto.

Película 121: Verano de Goliat (52 Muestra 3/22)



La trama: Retrato de vida de los habitantes de un pequeño poblado mexicano, a partir de una mujer (Teresa) cuyo esposo la ha dejado por otra mujer.

Opino que: a los jurados de los festivales a veces se les afectan las neuronas ante la obligación de soplarse decenas de amasijos como este. Habrá ganado el premio Horizontes del Festival Internacional de Venecia bajo el argumento de ser una fascinante mezcla de documental y ficción, pero para esta espectadora no tiene pies ni cabeza. Aunque por ahí estén, como regadas a su suerte y sin germinar, las semillas del sufrimiento ante el abandono y el anhelo de otra vida. Pero ya lo dijo el director cuando ganó el premio: "No me interesa tanto contar una historia, me interesan cosas como la cotidianidad, porque ahí podemos encontrar algo sobre la condición humana". Así que lección aprendida: las no-historias de Nicolás Pereda no son para mí.
Y más allá de si es una obra de arte o no, lo que sí me causa tristeza es esta necesidad extrarrealista de los directores mexicanos de que las groserías y las palabras mal dichas en los diálogos, ya no digamos la jodidez como escenario, funcionen como señuelos exóticos de nuestro país. Que esas sean las bases para delinear personajes, pues. 

Película 120: El extraño caso de Angélica (52 Muestra 2/22)


La trama: Un fotógrafo amateur judío se obsesiona con una joven muerta a la que fotografió por encargo de su familiay que 'cobra vida' a través de su lente, que desequilibra su existencia (que sea judío tiene relevancia porque la familia de la chica muerta es ultracatólica).

Opino que: Es un sopor de película escudada en las licencias que da apelar al onirismo. Leí que para algunos críticos se trataba de un sutil poema, lo que a mí me parece una forma muy rimbombante (y muy amable) de calificar a una historia totalmente inconexa. Que quede claro: no despotrico del ritmo parsimonioso ni de los largos planos contemplativos que la componen. De un director que se formó en la época del cine mudo y que tiene 101 años de edad no se puede esperar un ritmo alucinante. Yo despotrico de la historia, que de tan etérea no toca fibra alguna. Ni relacionada con la imposibilidad de un amor o la muerte como única certeza humana. Carece de lo que para mí es toral en una trama: los ganchos (emocionales o intelectuales) para no salir intacto de ella.

Película 119: Los olvidados (52 Muestra 1/22)


Me propuse ver la 52 Muestra internacional de cine completa y espero lograrlo, por lo que las próximas 22 películas aquí posteadas pertenecerán a ella (aunque seguramente puede colarse alguna que otra de la cartelera comercial o de mi altero).
Al grano: me pareció una reverenda estupidez que González Iñárritu comparara Los olvidados, de Luis Buñuel, con su Biutiful, como si esta última fuera la versión actualizada de la primera. Pero bueno, cada quien sus egos y sus barbaridades. Semanas después, con alegría descubrí que la Muestra abriría justamente con Los olvidados. Verla en pantalla grande me pareció una maravilla, porque ya se sabe que el efecto de la butaca es muy distinto al del sillón de casa. Y sí que es extraño e impresionante ver una película estrenada hace 60 años que mantiene semejante vigencia en la temática. Porque se hablará y se vestirá de otro modo, habrá crecido la ciudad, se habrá envilecido el carácter urbano y se habrá perdido cierta inocencia, pero México (y el mundo, diría yo) no ha dejado de tener esa misma jodidez tan bien retratada por Buñuel. Lo que se ha vuelto más común es exhibirla, y quizás ello nos ha hecho un tanto más cínicos, pero eso es otro asunto.
La otra grata sorpresa fue ver un final alternativo, que el productor le pidió a Buñuel en previsión de la censura que recibiría la cinta en la época de su estreno. Un final que nunca fue proyectado. Un final más políticamente correcto, que rompe con la crudeza y fatalidad del resto de la historia, pues en él al menos algo sale bien: Pedro regresa el billete de 50 pesos que le dio el director de la granja para ir a comprar un mandado después de matar al Jaibo. Pero la vida no suele ser así. No cuando hay tanto cochambre emocional de por medio.

Película 118: Reservoir Dogs


No recuerdo bien en qué circunstancia y momento de mi vida habré visto Reservoir Dogs que no la guardo en mi memoria como un acontecimiento. Como esa película que me reveló a Tarantino como un director a alabar. Eso, para mí, lo consiguió más bien Pulp Fiction. De ahí que verla recientemente en realidad se sintió como haberla visto por primera vez. Si acaso recordaba un par de escenas; y más bien de forma aislada. Será que estaba agripada y me quedé dormida en un par de ocasiones y tuve que regresarla adonde me había quedado. O será el sereno y nomás no me pareció tan genial ni mítica como siento que está guardada en el pensamiento colectivo. Claro, la escena inicial (y sus respectivos diálogos) sí que es fascinante, tanto como cuando Mr. Blonde/Vic Vega baila "Stuck in the Middle With You" antes de cercenarle la oreja al policía atrapado en la bodega. Los sobrenombres o el final... donde todo sale según lo no planeado y uno suelta esa carcajada seca de sorpresa ante el absurdo. Pero, no sé, como se me perdió el impacto. Quizás es que aquí Tarantino es más contenido y yo ya me quedé en la mente con algo más ¿artificioso? Sepa.

Película 117: The Royal Tenenbaums


Cuando vi Fantastic Mr. Fox expliqué a grandes rasgos por qué me encantan las películas de Wes Anderson, particularmente en el aspecto visual. Así que no daré más vueltas sobre lo mismo aquí. Tampoco voy a decir que de su filmografía, The Royal Tenenbaums es mi favorita, pero sí que adoro a los integrantes de esta peculiar familia y que, como Eli Cash, he fantaseado con ser parte de ella. Aunque, en cierto sentido, uno es justo como ellos. También diré que quizás es en esta película donde más obvio resulta uno de los temas recurrentes del texano: la necesidad de amor y de comprensión que tienen las personalidades talentosas o geniales. Su trunquez emocional a pesar de su inteligencia racional. Su fragilidad a pesar de su rampante cinismo. Su simple y llana humanidad a pesar de ellos mismos y la máscara tan pulida que se han construido para enfrentar al mundo. O al menos eso es lo que yo veo en ellas y me gusta.

Película 116: Kill Bill Vol. 2


¿Por qué limitar una historia rebosada en detalles a dos horas cuando puedes hacerla en cuatro, pero divida en dos partes? Pues no, no hay por qué. Aunque tengo la ligera sospecha de que me gusta más la primera. Pero Beatrix Kiddo y Elle Driver merecían un ajuste de cuenta sin prisas (qué diversión cuando le saca el otro ojo) y había que explicar por qué The Bride era tan letal como para llevar el sobrenombre de Black Mamba.

Película 115: Scott Pilgrim vs. The World


No tenía ni céntimo de idea de qué se trataba la película ni el cómic. Tampoco se me ocurrió preguntar. Así que fui a verla totalmente a ciegas. Y no sólo salí con ganas de disfrazarme de Ramona Flowers (más por el rollo de las pelucas de colores que por su personalidad) en el próximo Halloween, sino también pensando que se trata de una deliciosa golosina en todos los sentidos. De algún modo me sentí como si me hubiera subido a uno de esos juegos mecánicos que te provocan querer volverte a subir tan pronto has llegado al final del camino. Y sí, por supuesto que recordé mis épocas de pelmazo amoroso, a la Knives Chau a la ene potencia, pero más que pensar en la yo que fui, me reí mucho. De todos, de mí, de nuestra tetez, de mi tetez. La pasada y la actual.

Película 114: The Town


Confieso que mi primer impulso por ver esta película se debió a que en ella aparece Jon Hamm (a.k.a. Don Drapper). Ya luego me enteré de la trama y de que la había dirigido con buena mano Ben Affleck (Gone Baby Gone no me pareció la maravilla que se dijo, pero sí un buen intento por hacer un cine no tan mercenariamente comercial). Puede que The Town sea un poco predecible (¿qué historia de ladrones no lo es en cierto modo?), pero me cumplió en suspenso. Y opino que Jeremy Renner (el tipo loco de The Hurt Locker) se roba cada escena. Y ya.

Película 113: Kill Bill Vol. 1


A partir de aquí rompo con el estricto orden de los días que llevaba, pero seguiré acumulando películas vistas hasta fin de año, como me lo había propuesto. Y es el turno de Kill Bill. Vol. 1. Si algo me gusta de Tarantino es su obsesión desmedida por los detalles y las referencias con las que nutre sus tramas y personajes. Sin importar si se trata de historias redondas o no, con diálogos mayor o menormente geniales, uno puede empacharse gustosamente con toda la parafernalia visual y cultural que el tipo ha metido a la licuadora con su toque personal. Por eso me fascina esta película, que no había visto desde su estreno en cine por la simple y sencilla razón de que no habíamos comprado el DVD. Así que, siete años después, la veo por segunda ocasión. Y esta vez disfruté mucho, mucho más la caracterización de cada personaje, en vez de distraerme tanto con la acción.

viernes, noviembre 05, 2010

Día 112: Let the Right One In


Imposible no desbordarme de ternura con esta historia tan bellamente contada. Y, por supuesto, imposible no echar una que otra sentida lagrimita. De verdad que admiro esa precisión cirujana que tienen los nórdicos a la hora de narrar la sordidez que puede alcanzar el amasijo de emociones humanas de forma contenida. Nada de obviedades sentimentaloides que rebajen el golpe a las tripas. Pero tampoco nada de dramatismo exacerbados que las desparrame sin remedio.
Me desarmó el momento en el que Oskar abraza con tanto cariño y espontaneidad, sin prejucios (o a pesar de lo que sea) a Eli en varios momentos. Ojalá todos, a pesar de nuestras propias circunstancias desafiantes, fuéramos capaces de abrazar así a otro. A otros. Pipipi.

Semana 20: No digas Noche


–Es increíble cómo esta clase de banalidades, especialmente el término perdonar, si se menciona en el momento adecuado y mostrando afecto hacia ambas partes, consigue hacer derramar lágrimas y llegar a una tregua. Algo tan insignificante tiene el poder de calmar al perjudicado, posiblemente porque lo que le angustiaba era insignificante.

Lo mío con Amos Oz empieza a tener tintes de romance serio, les advierto. Así que agárrense, porque no creo parar hasta acabar con todo lo que se me cruce por el camino escrito por él. Y hay mucho. Pero a lo que nos atañe...
Hay libros que te alientan a devorarlos frenéticamente. Hay otros que piden a gritos dejarlos sin culpa alguna. Otros que como-que-no-pero-sí-te-enganchan. Pero también existen aquellos (los menos, creo) que te inducen a leerlos pausadamente, sin prisa de nada. Que te piden deleitarte moderadamente con cada capítulo, por corto que este sea. A masticar, no a deglutir, todo lo que hay contenido en ellos. Como No digas Noche, donde en lugar de importar el desenlace, el hilo negro de la historia o los hechos trepidantes, importa lo que sucede a cada momento. Importan los pensamientos, las percepciones, las acciones de una y otra parte. Lo que se dice. Lo que no. Aquí se trata de un matrimonio sin hijos que, capítulo a capítulo se cede el turno para narrarnos su respectiva visión de las cosas. Para que uno se dé de frentazos con las suposiciones erróneas, los vicios, los arranques, los caprichos, los encontronazos, el arduo estira-y-afloje que implica una relación. El saber llevar lo que alguna vez fue. Lo que se es ahora. Las ilusiones contra las realidades. Ufff... Todo ese entretejido nada sencillo de manejar que conlleva vivir con alguien. Envuelto en esas fascinantes frases, opino yo, que construye este tipo israelí. A veces confeccionadas con tanta aparente simpleza que disimulan muy bien uno que otro gancho al hígado.
No será un libro precisamente alegre, pero vaya si tiene una personalidad no muy olvidable que digamos.

miércoles, noviembre 03, 2010

Día 111: Toy Story 3

Pero de esa ya había hablado por acá. Pero como salió en DVD, la volví a ver.

Día 106-110

Nada.

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Tarde o temprano, la vida te lleva —o te obliga, más bien— a ir dejando por el camino un sinfín de equipaje. Lo que crees, piensas, sientes, percibes... siempre tiene caducidad. Y yo, simplemente, quiero ir cada vez más ligera. Si no es mucho pedir.

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